Marte, el planeta rojo, la estrella tomate, la roca enigmática y, por supuesto, un mundo que los humanos apenas conocen. Solo algunos drones consiguieron llegar allí. La humanidad aún no tiene la tecnología ni la inteligencia para llevarse a sí misma, algo que un pequeño ser anhela desde hace años.
Una criatura azul cuadrúpeda de grandes ojos y largas patas observa a la Tierra, sentada sobre un dron destruido. Ve el hogar de la humanidad como una obra de arte, otra estrella en el cielo negro, pero en la que habitan otros seres vivos que intentan ir más allá de su mundo. Esa idea lo fascina; ansía la llegada de otro ser vivo. Está harto de la soledad y la monotonía de su vida, viviendo de los fluidos que hay bajo el suelo, que consigue alcanzar gracias al pico que tiene como boca.
Él sabe que esos drones vienen de ese planeta celeste, lo intuye, o mejor dicho, lo desea, porque bajo su vista es la estrella más hermosa de todas. Se ha visto en sueños teniendo contacto con otros seres vivos de allí, en donde los conoce y todos se vuelven sus amigos. Eso es lo que más anhela, tener amigos. Pero si las cosas siguen así, tendrá que esperar miles y miles de años para que aquellos seres de aquel planeta celeste lo alcancen. Muchas veces se vio tentado a agitar sus grandes alas cristalinas y volar hasta allá, pero moriría de sed antes de llegar y nunca sería capaz de conocerlos.
Deja de contemplar el cielo negro porque siente el movimiento de un dron gracias a sus antenas. Está cerca, así que se aleja con un gran salto en el que agita sus alas a gran velocidad. Llega hasta un agujero en el suelo, se mete y se acuesta para volver a soñar con aquellas criaturas. No le importa si se ven horribles, o que tal vez no puedan hablar, solo quiere que puedan acompañarlo y compartir buenos momentos, pero tampoco desea que ellos lo descubran antes de tiempo, quiere que sea una sorpresa o eso cree querer.
Acurrucado bajo sus alas y rodeado por su cola puntiaguda, entra en el territorio de los sueños, o eso le hubiera gustado. De repente, un extraño y brillante vehículo atraviesa una grieta espacio-temporal y frena frente a él. Es un auto gigantesco, aunque la criatura no sabe que lo es, pero asume que es un dron más avanzado. Asustado por la idea de ser visto, cambia el color de su piel y sus alas para camuflarse con su entorno y se mantiene inmóvil. Es entonces que las puertas del vehículo se abren y un pie humano pisa por primera vez el planeta rojo.
Ante la vista de la criatura, un ser antropomorfo con un cuerpo blanco y voluptuoso sale del ≪dron≫ y se queda de pie, observando su entorno. O eso imagina que hace, porque en donde debería estar su cabeza hay una especie de coraza blanca con una negrura reflectante por delante. La amigable criatura camuflada permanece aterrada por la apariencia de ese ser sin rostro.
El humano camina con cuidado y sale del agujero para observar el cielo. Al ver que el extraño ser está afuera, la criatura sale del camuflaje y se acerca al ≪dron≫. Lo toca con timidez y lo rodea para intentar comprenderlo, pero la radio del interior suena y la estática ataca las antenas de la criatura, como si hubiera metido el pie en un tomacorriente. El de grandes alas y caparazón azul entra en frenesí y atraviesa el ≪dron≫ repetidas veces con la cola endurecida. El escandalo atrae de regreso al ser antropomorfo que vuelve a entrar al agujero, pero queda estático de miedo al ver a la criatura, que ve gracias a las luces del vehículo, y retrocede un par de pasos hasta caer contra una pared.
El ser de alas cristalinas, ahora visto como un monstruo por el humano, se percata del mismo y se abalanza con los ojos enrojecidos de ira y descontrol. Lo agarra con sus fuertes garras delanteras, mientras se mantiene de pie con las patas traseras (viéndose, aproximadamente, de unos cuatro metros), y atraviesa la negrura que le parecía infinita con el pico, sin siquiera hacer más fuerza que para atravesar el piso, comenzando a succionar todos los fluidos de ese horripilante ser que trajo tal máquina de tortura. Los gritos sordos a falta de oxígeno se pierden en la agonía del humano, hasta que queda completamente seco en segundos y cae desinflado al piso.
La criatura recupera la calma y ve los fragmentos de la negrura en el suelo, alrededor de lo que pudo haber sido su mayor amenaza. Retrocede hasta apoyarse en la pared mientras sus ojos desprenden partículas liquidas que brillan en verde y salen flotando a falta de la gravedad. Odia llorar, odia matar, odia el sabor de ese ser, odia este planeta y, por sobre todo, odia estar solo.
La criatura sale del agujero, ya falto de sueño por lo ocurrido, y regresa a observar el planeta celeste como si fuera en la única cosa que puede confiar. Desea desesperadamente poder encontrarse con sus habitantes y ya no estar solo en un planeta donde llegan seres sin rostro con máquinas de tortura. Así es, no es la primera vez que aparecen, pero está vez vino en un vehículo diferente y aún más peligroso.
≪Tan solo sáquenme de aquí y seamos amigos, aunque solo haya uno de ustedes ahí. Solo un amigo, es todo lo que necesito≫, reza la criatura al brillante y esperanzador planeta celeste, con el deseo de abandonar la soledad en un futuro que se ve tan oscuro como la negrura del espacio exterior.
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Historias fantásticas y no tan fantásticas
FantasyHistorias sin un fin más allá de contar algo fantástico. Cuentos que tal vez te hagan pensar las cosas o que, simplemente, te entretengan. Relatos inspirados en la vida y las obras que todos conocemos. Tan solo disfruten de una buena lectura.