≪Corre, haz que llegue el mensaje y no te detengas, no importa lo que pase. Tu único y más importante propósito ahora es entregar el mensaje≫. Las palabras del rey aún resuenan en mi cabeza, sin perder la imponencia en su voz. Nunca esperé encontrarme en esta situación, ni siquiera soy un mensajero, pero en situaciones desesperadas cualquiera puede montar un caballo, supongo.
Ni siquiera conozco el contenido de la carta, no sé por qué es tan importante, pero para que el rey recurra a un simple granjero para entregarla debe de estar desesperado, aunque no deja de ser extraño. Espero que sea yo el que esté exagerando.
El camino es llano, no hay nubes en el cielo y el sol está en su punto, no creo tener problemas.
—¿Quieres dejar de hablar solo?
Miren quien vino a arruinarme el día; no tengo tiempo para perderlo contigo, Akron.
—Por favor, no seas así. Tú mismo dijiste que nada malo puede pasar.
¿Por qué no regresas al infierno y me dejas en paz de una vez por todas? Ya tengo suficiente presión como para lidiar con un demonio. Y no estoy hablando solo; estoy narrando mis pensamientos.
—¿Y por qué haces eso? Es raro.
Mira tú alrededor, todo el mundo narra sus pensamientos. Digo, es un mundo lleno de demonios, magia y dioses, ¿quién en su sano juicio no lo haría? Solo así conservamos nuestra cordura.
—Definitivamente, yo la perderé si intento comprender a los mortales. Como sea, respecto a lo de dejarte solo, sabes que no puedo hacerlo.
Sí, pero no me dices por qué y eso es fastidioso, solo soy un granjero. No soy nadie.
—Todos fuimos ínfimos ante el mundo antes de contar nuestras historias. La pregunta es: ¿cuándo quieres comenzar a contar la tuya?
***
La pregunta del demonio deja pensativo al joven mensajero, que ignora el camino por la encrucijada que acaba de plantar Akron. Para su poca fortuna, no tiene el tiempo suficiente de pensarlo: De repente, el suelo explota y lo lanza por los aires, acabando con la vida del caballo y el mensajero cae inconsciente.
Akron toma forma física para salir de la cabeza del joven: su cuerpo tiene la apariencia de un pequeño espectro morado sin piernas y con dos garras flotantes, sin ninguna característica física distintiva además de sus ojos amarillos.
—Eso salió de la nada. ¿Estás bien, Saúl? —El joven no responde. —Es verdad, los humanos son frágiles, pero no parece tener una herida grave, por suerte.
—Nunca esperé que un humano tenga a un demonio como familiar —pronuncia un elfo de cabellera pálida y ojos blancos como la luna, que sale de la mismísima nada debido a que estaba oculto tras una ilusión.
—Y nunca esperaría que un alto elfo se rebajara a pasar por las rutas de los humanos —devuelve el demonio con poca simpatía—. No me digas. Todo es por la carta.
—Perspicaz, o tal vez no tanto —menciona el elfo mientras se acerca al joven—. Espero que no me des problemas.
—Suelo atraerlos, pero no puedo permitir que lo mates.
—No lo haré, solo quiero la carta.
El elfo se agacha para revisar las pertenencias del mensajero, pero, antes de que pueda tomar algo, Akron lo agarra de la muñeca. El peliblanco levanta la vista y recibe un zarpazo que lo aparta un par de metros.
—¡Dijiste que no interferirías! —exclama el elfo mientras se sostiene el rostro por el dolor.
—Si te llevas esa carta, no puedo asegurar que el rey no le dé un castigo peor que la muerte. Y eso no lo puedo permitir —concluye el demonio y muestra las garras como amenaza.
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Historias fantásticas y no tan fantásticas
FantasiHistorias sin un fin más allá de contar algo fantástico. Cuentos que tal vez te hagan pensar las cosas o que, simplemente, te entretengan. Relatos inspirados en la vida y las obras que todos conocemos. Tan solo disfruten de una buena lectura.