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𝚎𝚗𝚘𝚞𝚐𝚑

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Volver a despertarme el lunes para tener que ir a clase se siente como despertarme de un sueño muy distante e irreal. Han pasado tantas cosas en tan solo dos días que me cuesta creer que para el resto del mundo a mi alrededor haya seguido igual. O al menos lo haya parecido.

Ed no vendrá a clase, al menos durante un tiempo, lo cual lo hace aún más pesado para sobrellevar. Solo de pensar que voy a tener que llegar al instituto y enfrentarme a las miradas poco discretas y cuchicheos yo solo hace que se reduzcan aún más mis ganas de despegarme de las sábanas.

Aún así, me fuerzo hacerlo, repitiéndome que cuanto antes lo haga más pronto terminará y será más ameno. Me visto y sin tan siquiera molestarme en ir a desayunar me escabullo de casa, no antes sin cerciorarme de que mi tío sigue en el trabajo, aunque se supone que no llegará hasta el medio día.

Mi tío. Otro tema que, aunque en menor medida, también me ha tenido la cabeza a vueltas durante todo el fin de semana.

Si ya estaba actuando extraño últimamente, este sentimiento se intensificó desde la misma noche del viernes. Desde aquella charla incómoda en la cocina, de la que a penas tengo un recuerdo algo difuso. Pero hay algo de lo que se que nunca voy a poder olvidarme.

Fue la primera vez que vi esa mirada en sus ojos, fue la primera vez que en su expresión vi algo parecido a un rastro de lástima por mi. Creo que fue la primera vez que me dijo que me quería.

Aquello me provocaba una desrealización tan latente que cada vez que pienso en ello sigo sintiendo que estoy viviendo un sueño. Quizás aquello no pasó en realidad y fue solo fruto del cansancio y del desfallecimiento del momento. Habría pensado eso de no ser porque ese comportamiento extraño se repitió durante los días siguientes. No con muestras de cariño explicitas, pero si que se mostró extrañamente más cercano a mi. Extraño.

Luego estaba el señor Newmaker. No solo por la manera en la que mi tío parecía perder los papeles cada vez que hablaba de él o tan siquiera le mencionaba, si no que ahora también aparecía en mi casa un sábado por la mañana sin venir a cuento y decía que eran amigos.

Con toda la buena fe del mundo, dudo que siendo como es, mi tío fuera capaz de hacer amigos, y mucho menos con alguien como el señor Newmaker, O al menos eso creía en un principio, pero allí se había presentado esa escena idílica, delante de mis ojos. Ver para creer, diría.

No estoy seguro de que es lo que ha debido de suceder para que esos dos hayan acabado haciendo buenas migas, quizás me he saltado un par de capítulos sin querer. Pero en cierto modo, aunque se me haga extraño, me alegra que haya sucedido. No se como ni por qué, , pero desde que se conocen mi tío ha estado distinto, no solo en su actitud conmigo, si no que también está más... ¿Melancólico? No se si esto sea algo bueno, pero desde luego, es algo que me provoca disonancia si lo comparo con la persona seca y a penas expresiva que solía ser. La manera en la que parece más distraído, casi siempre ausente, como si siempre estuviese divagando a cerca de algo. También he notado como suspira con frecuencia, lo cual es aún más alarmante. Todo se está poniendo muy extraño, aunque, la verdad, estos cambios no me desagradan del todo.

De todas formas, no tengo demasiado tiempo para seguir rebanándome los sesos con lo ocurrido, puesto que una vez llego al instituto toda la atención y las miradas de cualquier presente se dirigen a mi. No se si es por los llamativos golpes en mi rostro, o porque ya se han enterado del escándalo ( después de todo, cuando se trata de cotilleos las noticias vuelan) Pero una vez pongo un pie en el pasillo, toda la atención recae sobre mi. Dicho y hecho, mi peor pesadilla está cumplida. Ser el centro de atención durante todo el día. ¿ Y con esta actitud Jerbo pretende que sea actor?