Draco Malfoy siempre ha sido conocido como un Slytherin ambicioso, pero nunca contó con tener el completo mando sobre el mundo mágico, hasta que Lord Voldemort muere después de destruir a cada miembro de la Órden de Fénix, dejando el mundo mágico en...
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Draco y Emily no habían llegado a hacer nada, pues Emily al terminar de matar al hombre, vomitó y estalló en llanto por horas.
Ophelia se quedó con ella por mucho tiempo, tratando de calmarla y asegurarle que «no iría al infierno».
Cuando Emily por fin pudo calmarse un poco y logró dormir, Ophelia abandonó la habitación permitiéndole a Draco entrar.
El hombre se quedó toda la noche sobre una silla de madera, velando el sueño de la mestiza y asegurándose que ninguna pesadilla la atormentara.
Emily no habia dejado de vomitar. Su cuerpo temblaba y el sudor adornaba la piel pálida y sin brillo de su frente. Cada que recordaba de la manera fría en que levantó la varita y mató a aquel hombre, las arcadas la embargaban con fuerza. Una sensación de asco la acompañaba a cada segundo.
Al amanecer se quedó estática en su cama. Solo se levantó para ir al baño, lavarse la cara y después volvió a su cama. Seguía mirando el frío de la tarde y el cielo nublado a través de la ventana cuando Draco Malfoy entró a la habitación de Emily sin tocar.
Las mangas de su camisa negra estaban arremangadas y algunos botones abiertos. Sostenía una bandeja con todo tipo de comida y bebidas.
Sin pedir permiso, se acercó a la cama y dejó la bandeja sobre esta.
— Come.—dijo a modo de saludó.
— No quiero.
— Pero lo hará.—declaró mientras cogia el tenedor y lo acercaba a la boca de Emily.
— ¡Draco! —se quejó, usando el nombre del hombre.
Una pequeña sonrisa ladina se dibujó sobre los labios rosáceos del príncipe oscuro al escuchar a su mestiza llamarlo por su nombre de pila sin estar en intimidad.
— Me gusta como suena mi nombre entre sus labios.
Emily al bajar la cabeza, unos mechones de cabello negro, bajaron hacia los costados de su rostro.
— Pero ese no es el tema —repuso, e irguió la espalda—. ¿Por qué no come? ¿No le gusta la comida que preparan?
— No es eso.
— ¿Entonces? —arqueó una ceja. Sin embargo, no era una expresión altiva; en sus ojos se podía ver la genuina curiosidad y algo de compasión.
Ella estiró las manos un poco, sintiéndose un tanto incómoda al notar que Draco se había dado cuenta de la falta de interés de Emily hacia la comida.
— Simplemente yo...—buscó las palabras adecuadas sin lograrlo.
— Le debo asegurar, Srta. Cresswell, que su figura está bien. Sin embargo, si no se siente cómoda con ella, la podemos mejorar aun más con ejercicio y una alimentación adecuada.
