Draco Malfoy siempre ha sido conocido como un Slytherin ambicioso, pero nunca contó con tener el completo mando sobre el mundo mágico, hasta que Lord Voldemort muere después de destruir a cada miembro de la Órden de Fénix, dejando el mundo mágico en...
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Cada que Emily tenía relaciones con Draco y terminaban, ella se sentía extrañamente vacía. Como si una pieza que le pertenecía se extraviará.
Cuando despertó, él no estaba a su lado. La cama estaba vacía y las sábanas arrugadas. Ella aún seguía desnuda y con un fuerte dolor en el pecho. No físico.
Volvió a apoyar la cabeza sobre la almohada y miró al vacío por varios minutos, dejando salir un suspiró pesado.
«¿Cuándo fue que empecé a sentirme así?», se preguntó.
Después de varios minutos de preguntarse si debería ir a buscar a Draco o quedarse en cama hasta que desapareciera, ella se puso en pie y entró al baño para lavarse la cara. Acto seguido, salió de su habitación y bajo la larga escalinata.
Como de costumbre, los mortifagos le mostraban respeto con una reverencia y después se marchaban.
Draco no estaba en la cocina, tampoco en el comedor y mucho menos en la sala de estar o la de reuniones.
Se mordió el interior de su mejilla y fue hacia el despacho de Draco, abriendo la puerta sin siquiera tocar.
El aludido estaba tras su escritorio con la misma ropa que había llevado en la boda, a excepción del saco. La cara sobre la superficie caoba de la mesa —dormido—una botella de licor al lado y algunas fotografías esparcidas sobre la mesa.
— Draco.—lo llamó, pero él no respondió.
Su relación con Draco se estaba yendo cada vez más a la mierda.
Dio algunos cortos pasos para acercarse a él y sacudirlo. Su corazón se le aceleró al comprobar que eran fotografías sobre él y Arabella. En realidad, su corazón se detuvo, se rompió y después cayó a sus pies.
— ¡Draco! —repitió una vez más.
Él se espabiló abruptamente, cogiendo una bocanada de aire y mirándola.
Se llevó la mano a los labios para ahogar el sollozo que no tardó en brotar de sus labios, deslizándose sobre la pared hasta estar sentada sobre el suelo.
«Nunca sería Arabella».
No podía detener los sollozos y los temblores que traspasaban su cuerpo. Era imposible reprimir aquella fea sensacion que se había apoderado de ella, de su corazón...
Fue como tener una daga en llamas en su corazón, quemándolo, rompiéndolo y deshaciéndolo.
Sintió unos brazos a su alrededor y el olor a alcohol llegó a sus fosas nasales.
— Emily —susurró él sobre su cabello—. Tranquila.
— ¿No soportas pasar una noche a mi lado? —murmuró ella, con la voz ahogada—. ¿Piensas en ella cuando estás conmigo, Draco?
