15.

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—"Que gusto que llegaron con bien."—No puede sonreír mucho gracias a la herida en su mejilla que permanecía cubierta con una gasa perfectamente colocada.—"De hecho, llegan justo a tiempo, estoy preparando el desayuno."

Los ojos del médico se pasean por el mayor de los Sharpe, notando las apenas visibles marcas de violencia en él, ya había visto antes las de su rostro que vagamente se cubrían y pensó que quizá había tenido un contratiempo, una caída, un tropiezo; sin embargo, ahora no estaba muy seguro. Benedict aprieta los labios y de acerca al pelinegro, viendo el hematoma que se asomaba por debajo de los lentes de este, después nota una marca roja que sobresalía del cuello alto que portaba.

—"Disculpe mi atrevimiento, pero..., ¿le sucedió algo?"—Cuando acerca su mano para tomarlo del brazo, Thomas se aleja, no podría soportar el contacto, estaba tan lastimado que incluso el roce con la ropa le dolía.

—"Oh, bueno, tuve un..., percance..."—Mira a Edith, la cual había permanecido en completo silencio.—"Pero no se preocupe, no volverá a ocurrir."

Tras decir esto, da media vuelta para volver a la cocina, escuchando un ligero cuchicheo entre Cushing y Cumberbatch. No le fue difícil asumir que la rubia no le había comentado nada a su amigo, Benedict se mostraba tan ajeno al ambiente tenso e incómodo e ignorante ante su golpeado rostro, en parte lo agradece, pero otro lado suyo sólo quiere reír, ¿tan avergonzada estaba la mocosa para no querer siquiera mencionar el asunto?

Para cuando los dos individuos arribaron también, él ya estaba sirviendo dos tazas de té, una especial para la rizada y otra normal para el hombre. Le pasa la bebida a Benedict y la de Edith la deja sobre la mesa, rehusándose a darsela de manera personal pues, por mucho que quisiera pretender que todo estaba bien, no quería tener ni el más mínimo contacto con ella. Le daba asco.

Al terminar de preparar el desayuno, lo sirve en cuatro platos, dejando dos frente a los presentes y los otros dos en las sillas vacías restantes. Se recarga ligeramente en la mesa, acercándose apenas milímetros a la rubia y le regala una pequeña sonrisa.

—"Edith, ¿puedes llamar a Christopher? Comprenderás que por el momento no estamos en buenos términos y dudo que quiera verme."

La nombrada se tensa, era tan evidente el tono pasivo-agresivo con el que Thomas le hablaba que era inevitable que aquello le molestara un poco. Sin decir nada, se levanta y abandona la cocina, dejando a los hombres solos. El mayor de los Sharpe rueda los ojos y finalmente se retira las gafas, provocando que el castaño se levantara y, siendo totalmente atrevido, le tome de la barbilla para hacerlo alzar el rostro y así poder observarlo con mayor detalle.

Los azulados ojos del pelinegro de posan sobre los del contrario y, pretendiendo timidez, se aleja y lo aleja, poniéndole una mano en el pecho. Gira el rostro, cubriendo la zona más afectada, que era su lado izquierdo. Sabía que lucía terrible, el moretón en su pómulo se había extendido hasta su ojo, arruinando por completo aquella imagen suya donde siempre estaba impecable y radiante.

Aparentemente avergonzado, Thomas toma sus lentes de nuevo y, al pretender ponérselos, Benedict lo detiene. Como si quisiera darle apoyo, coloca su mano en el hombro del más bajo, dando un ligero apretón. La sitúa era linda, pero al menor sólo le puede dar risa, ¿ese imbécil estaba sintiendo pena por él? Debería sentir pena por sí mismo al haber accedido a ir a su hogar.

—"Lamento que me tenga que ver de esta manera, como le comenté, tuve un percance."

—"Oh, no debe disculparse, al contrario."—Se muestra tan comprensivo que, seguramente si le dijera que se encontraba en ese estado gracias a su amiguita, no dudaría en ayudarlo a asesinarla.—"Si quiere, puedo revisar sus heridas más tarde."

—"No quiero molestarlo..."

—"Usted nunca sería una molestia."

Comparten una pequeña sonrisa, una que tiene complicidad de un lado y del otro altanería porque sabe que lo está consiguiendo. Incluso viéndose acabado y horrible, podía tener al hombre que quisiera cuando lo quisiera, Christopher tendría que matarlo de una maldita vez para que eso cambiara.

Antes de que pudieran seguir con su conversación, la pareja de rubios aparece; su hermano tenía unas enormes bolsas negras debajo de sus ojos, además de que estos se encontraban ligeramente rojos e hinchados, como si hubiera llorado por horas. Que hipócrita. Sus ojos se cruzan y el menor siente que Thomas traspasa su alma con aquellas dagas añiles, el ver su rostro golpeado y herido le provoca una punzada en el pecho y quiere irse; no obstante, Edith lo guía a la mesa y lo hace sentarse a un lado de ella.

Maldita perra desvergonzada.

¿Cómo se atrevía a estar como si nada? ¿Y cómo Christopher no le decía absolutamente nada? Tensa la mandíbula y sus puños se aprietan por un momento hasta que logra calmarse, repitiéndose que no debía arruinar su plan. Respira hondo y también se sienta, comenzando así una comida llena de incomodidad; sabía que el rubio quería hablarle, ya había hecho un par de intentos sin dirigirse directamente a él pero, ¿quién más le pasaría la sal que estaba justo en el extremo donde el yacía sentado? O ¿quién contestaría a sus preguntas aleatorias de las cuales sólo él conocía la respuesta?

Nadie.

Nadie porque lo ignoró.

Al contrario, se la pasó charlando con el doctor sobre cosas triviales y sin importancia, casi como si la pareja no se encontrara presente. Chris quería interferir, estaba absurdamente celoso, pero es consciente de que las cosas no serían fáciles y que debía atenerse a las consecuencias. Más tarde intentaría hablar con su hermano.

[...]

Al terminar, Edith se ofreció a lavar los platos y todos estuvieron de acuerdo, por lo que Thomas se apresuró a llevar a Benedict a la habitación que le había preparado. No planeaba quedarse y esperar a que el rubio quisiera hablarle, no era como si la idea de tenerlo cerca le encantara. "Miedo" no era la palabra adecuada, simplemente..., justo en ese momento lo odiaba tanto que, de estar solos, jura por dios y su madre muerta que lo mataría sin dudar.

No tenía miedo, sólo mucho resentimiento.

—"Es enorme."—Aquella grave voz lo saca de su ensimismamiento, por lo que da media vuelta para mirarlo y niega un par de veces.

—"No es para tanto, apuesto a que se ha quedado en lugares mejores."

La coquetería entre ellos salía tan natural que a veces el más bajo olvidaba que estaba pretendiendo, no podía negar que Cumberbatch era sumamente atractivo, además de inteligente, las conversaciones con él fluían y tenía aquella elocuente manera de hablar que lo atrapaba. Se divertiría tanto con él.

—"Casi lo olvido."—El mayor se dirige hacia la cama, donde descansaba un maletín. Abre este y deja a la vista diversos elementos como alcohol, algodones, pinzas, gasas y otros productos que seguramente servían para desinfectar heridas.—"¿Quiere que lo revise ahora?"

La sonrisa de Thomas se amplía y debe morderse el labio inferior pues la curvatura de sus labios le estaba lastimando.

—"Por supuesto, sólo no vaya a asustarse."

Crimson Peak |Thorki/Hiddlesworth|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora