Vaciló demasiado a la hora de ir a su punto de encuentro, incluso después de haber terminado con sus compras, se quedó alrededor de diez minutos más vagando entre los puestos, como si fuera a comprar algo de ellos. Sentía los pies pesados al caminar, se encontraba tenso y lo único que le quedaba hacer era rezarle a todos los dioses existentes que aquella habitación elegida por la joven tuviera dos camas o por lo menos un sillón que le pudiera decir como una. Que mal visto sería si alguien se enterara de que estaba a punto de pasar la noche con la esposa de su hermano y que maldita tortura sería aquello para él, joder, simplemente la odiaba demasiado, desde su actitud que pretendía parecer siempre optimista, hasta su asqueroso aroma, era tan dulce que le resultaba empalagoso. Su mente le grita una vez que a Christopher siempre le gustaron las cosas dulces.
Llega a su destino, mirando aquella cabellera rubia y rizada que era lo que hacía que aquella muchacha sobresaliera de entre todas las personas. Se permite verle el rostro, pero no como siempre, esta vez lo hace a detalle; puede decir que Edith es bonita, mucho en realidad. Cualquier hombre podría encontrarla sumamente atractiva, es decir, era una mocosa con dinero, medianamente inteligente, tenía algunos toques elegantes..., entonces, era una lástima porque pudiendo tener a cualquiera, eligió fijarse en el tipo equivocado, uno que ya tenía su destino escrito y a la persona que lo acompañaría en su camino.
—"Tardaste un poco."—Comenta la rizada con una media sonrisa.
—"¿Lo hice?"—Responde, completamente desinteresado.
—"Yo..."—La joven, algo incómoda por la actitud de su cuñado, balbucea un poco antes de formular una oración.—"Conseguí una buena habitación, pero sólo tiene una cama..., ¿no te molesta, verdad?"
Por supuesto que le molesta, ¿dónde se supone que dormiría él? ¿En el suelo? ¡Ni de chiste! Con suerte, aquel cuarto tendría un sofá donde pudiera dormir o incluso una silla. No quería ni pensar en la opción de dormir con esa mocosa, le parecía sumamente desagradable y en caso de que Christopher se enterara, de seguro le armaría todo un espectáculo que no tenía ganas de soportar.
—"Está bien, ya nos acomodarémos cuando estemos allá."—Responde, rendido.
—"Vamos, se está haciendo tarde."—El pelinegro se sobresalta cuando el delgado brazo de la menor se pasa por debajo del suyo y comienza a caminar.
Estaba literalmente muriéndose de ganas de empujarla y largarse de ahí, ¿cómo se atrevía a tratarlo como si fueran amigos o como si se llevaran bien? Hasta la persona más tonta se daría cuenta que entre ellos no había nada más que una rivalidad que ninguno se atrevía a admitir, pero que estaba ahí, fuerte y firme. Thomas notaba la falsa amabilidad de la rizada hacia él, se daba cuenta de las miradas cargadas de coraje y desconfianza que le regalaba casi siempre. Era casi hilarante. Edith quizá tenía una idea algo clara de lo que estaba pasando, tanto él como su hermano deberían estar aterrados, pero la verdad, le parecía gracioso que, aún sabiendo lo que pasaba, esa estúpida mujer seguía creyendo que iba a ganarle de alguna manera, le daba incluso lástima.
Tras darle una mirada de asco mal disimulada a sus brazos enredados, se dispuso a caminar junto a ella, sintiendo jodidamente eterno el camino la dichoso hotel. Apenas tuvo la oportunidad, se soltó y comenzó a andar por su cuenta, dejando que la muchacha tomara la delantera para seguirla, pues esta no había querido decirle en qué hotel había reservado la habitación.
Así pasan alrededor de quince minutos hasta que llegan al lugar que Thomas se temía, era el hotel más decente y, por supuesto, el más caro en aquel asqueroso pueblo. Aprieta los puños, sintiendo el coraje recorrerlo de pies a cabeza, ¿cómo se supone que le pagaría eso? Una noche ahí equivaldría fácilmente a toda una semana sin comer. Su azulada mirada se posa en la rubia y esta le regala una sonrisa, puede ver un ápice de superioridad y su sangre hierve, era obvio que había escogido ese hotel a propósito.
Entran al edificio y Edith se acerca al mostrador, hablando con el recepcionista un momento para después volver a donde el pelinegro se encontraba, mostrándole una pequeña llave que tenía un número colgando. De seguro también había escogido la mejor habitación para que así le fuera más difícil cumplir con su palabra de que él pagaría su estadía en el lugar.
Hacía mucho que no sentía tantas ganas de asesinarla.
Entraron a la habitación, notando la cama matrimonial y el par de sofás que habían en la misma, tenía un pequeño tocador más dos mesitas ratonas. El mayor tuvo que cerrar los ojos, mentalizándose. Pasó a ver el baño, la bañera parecía estar limpia al igual que el piso y el lavabo, así que decide que tomará una ducha para ganar tiempo y de paso relajarse, había estado malditamente tenso ese día, así que cree merecer un tiempo para sí mismo.
—"Edith, voy a darme un baño."—Avisa desde la puerta.
—"Bien, no tardes tanto, también quiero bañarme y el recepcionista me dijo que el agua caliente se corta cada cierto tiempo por el mal clima."
Alza una ceja, ¿a él qué le importaba si se cortaba el agua? Mejor aún, quizá tendría que bañarse con agua fría y moriría por una neumonía. Al final asiente y vuelve a entrar, cerrando la puerta con seguro. Deja el agua llenar el objeto hecho de una pésima imitación del mármol mientras él se despoja de sus prendas, el vapor ayuda a que el frío no sea tan intenso, por lo que se toma su tiempo para observar las marcas casi inexistentes en su cuello. Recordar cómo fue ahorcado por Christopher le revuelve el estómago.
Entra a la tina, suspirando con alivio al sentir el agua envolver su cuerpo, el jabón recorrió su piel y el shampoo se llevó la sensación de suciedad de su cabello. Abrazó sus piernas contra su pecho al terminar, extrañaba tanto a su hermano, quería que lo tocara, que lo abrazara y le llenara la cabeza de esas mentiras disfrazadas con un "todo estará bien", ¿realmente lo estaría? Y de ser así..., ¿cuándo?
Se cambió ahí mismo, dejándose únicamente el pantalón y la camisa pues el saco y el abrigo se estropearían si dormía con ellos. Apenas abrió la puerta, se encontró con su "cuñada" terminando de quitarse el vestido, quedando únicamente con el corset, ese par de copas que cubría sus senos y su ropa interior.
Thomas siente arcadas sólo por verla.
Desvía la mirada rápidamente, encaminándose hasta el tocador para empezar a secarse el cabello, ignorando por completo la presencia de la rizada. Apenas escuchó la puerta del baño cerrarse, fue a la cama, doblando las sábanas para meterse en ellas y cubrir todo su cuerpo, incluida la cabeza pues el frío era casi insoportable.
[...]
Cuando los rayos del sol se hicieron demasiado molestos, fue abriendo los ojos lentamente, quejándose al notar que no había sido un sueño aquella tragedia del puente y que seguramente tenía a una mocosa durmiendo a su lado. Resignado, talla uno de sus ojos con su puño, cerrando el otro mientras se sentaba en la cama, recargándose en la cabecera de latón.
Se sobresaltó al notar una silueta sentada en una de las sillas a los pies de la cama, cualquier rastro de color abandonó su rostro y una sensación de vacío se mudó a su estómago cuando su vista logró enfocarse, revelando que el dueño de aquella figura era un hombre rubio, corpulento y de fríos ojos celestes. Miró hacia un lado, notando que de entre las sábanas blancas sobresalía la espalda desnuda de Edith.
Su boca se entreabrió para decir algo, pero no pudo hacer más que balbucear por el terror que le provocaba aquel rostro inexpresivo.
Mierda, Christopher, ¿qué carajo hacías ahí?
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Crimson Peak |Thorki/Hiddlesworth|
Fanfiction"El único error que cometiste fue creer que podrías quedarte con lo que es mío."