Capítulo nueve

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  La oscuridad de la habitación era monstruosa, y aunque todavía no habían dado inicio, sus extremidades no podían evitar estar tensas ante cualquier cosa que se presentará. Unidos espalda con espalda, Lara y sus amigos se preparaban para lo que fuera.

—Esto de mantenernos a la expectativa me está matando— murmuró Peter.

—Nunca se sabe lo que ocurrirá. Supongo que quieren prepararnos con esa visión— dijo Mérida.

—Claro, y llevamos aquí veinte minutos— se quejó Julia.

—Quien sabe, tal vez te hayan escuchado y comiencen ya.

—O tal vez nos pongan a hacer ejercicios de nuevo, Chels— le habló la blanquecina.

Un rayo láser hizo que ellos cinco abrazaran el suelo y abrieran los ojos como platos.

—¿Qué demonios?

—Esto apenas empieza, Peter— avisó Joen por medio de un altavoz.

  La luz roja salió disparada hacia cada esquina del cuarto, y mientras corrían para esconderse y permanecer vivos, el piso comenzó a moverse. Pequeños cuadrados de color negro comenzaron a levitar, y antes de lo previsto, estos se lanzaron hacia las paredes queriendo intentar lastimar a quien estuviera cerca.

—¡¿Quieren matarnos?!— gritó la castaña haciendo uso de sus reflejos.

—Matarlos no, gatita, prepararlos sí.

—¡Quiero vivir, idiota!, ¡Y creo que los demás aquí también desean eso!— se exaspero la hermana de Lara tratando de evitar ser herida.

—Consejo para que salgan de ahí enteros: concéntrense, reaccionen rápido y analicen el territorio. No creo que sea tan difícil— resumió Thomas.

—¡¿En dónde rayos están?!, ¡Es como si nos estuvieran vigilando!

—Es cierto, reina: estamos en una cabina de control, y permanecemos aquí porque justamente no queremos que nadie muera.

Mientras la habitación daba vueltas sobre su propio eje, los post humanoides trataban de mantener en control sus poderes para que estos no salieran disparados hacia un blanco erróneo. Sin embargo, luego de unos instantes en los que estaban levitando sin llegar al suelo por completo, las habilidades tuvieron que activarse cuando se cayeron y se golpearon debido al cambio de ambiente.

—Voy a morir.

—Ahora no, Pet. No es momento de quejarse.

—¿Lo dices por qué uno de los que está adentro es Joen? Perdón, Lara, pero este entrenamiento parece una guillotina al lado de uno militar— opinó su amigo mirando el techo.

  Un bosque húmedo los recibió. Mérida, percibiendo más cerca que nunca a la naturaleza, se tensó al pensar en los posibles eventos que ocurrirían a continuación. Juntándose y permaneciendo unidos, los jóvenes miraron con horror a las serpientes que siseaban moviendo el cascabel de un lado a otro. La respiración de Julia se escuchaba pesada, la electricidad que generaba las manos del chico lo hacían susurrar maldiciones, Chelsea se desvanecía y volvía a parecer por lo nerviosa que estaba ,y Lara solo podía pensar en la luz verde que ya comenzaba a brillar.

  Sin analizarlo siquiera, las ramas de los árboles comenzaron a enroscarse entre ellas, y aunque la pelirroja trataba con todas sus fuerzas de matar a esos animales, estos solo se multiplicaban más y más.

—Destrúyelas— susurra su hermana impaciente.

—No sé cómo.

—Lo sabes, y no creo que Mérida pueda encargarse de ellas por sí misma. Son demasiadas.

Luna de Hielo [Saga Moons #2] {➕}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora