Extra tres

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Julia

    Querida yo del futuro:

    Seguramente recuerdas el día en que ocurrió la explosión, aquel donde, sin querer, recibimos poderes. A decir verdad, yo lo rememoro en muchas ocasiones, y siempre es con la misma pregunta: ¿por qué a nosotros? No sabíamos nada acerca de lo que nos pasaba, ni yo ni mis amistades de ese momento, pero si de algo estoy segura, es de que cambie, y fue algo radical.

    Voy a contártelo, si no te importa; creo que necesito escribir algo como eso, ya que marcó un antes y un después en los pocos años de vida que tenía: era fin de semana, sábado o domingo, no lo sé con exactitud. El sol brillaba en su máximo esplendor, lo cual hacía que los arboles tuvieran un poco de sombra; el cielo estaba desnudo de nubes, y el Central Park permanecía lleno como la mayoría de las veces que íbamos a pasear. Lara, Mérida y yo contábamos con cinco años, y creo que Peter con uno más, aunque en ese tiempo no lo conocíamos del todo.

   Corríamos, jugábamos, estábamos haciendo lo que unas niñas pequeñas solían hacer a esa edad, y creo que esa fue una de las razones por las que me alejé un poco de mis padres: sentí curiosidad, quería saber por qué ese lago con patos era viscoso y verde, por qué no había visto ese metal antes. Sin querer, el miedo y las interrogantes se cruzaron al mismo tiempo en mi cabeza, por eso no supe si seguir avanzando o no, si continuar alimentando esa intriga de lo que en realidad estaba observando en ese instante.

    No sabía muy bien lo que pasaba, así como tampoco me die cuenta del momento en el que mis amigas empezaron a avanzar sin mí. Los pájaros volaban de un lado a otro, las personas transitaban en masa y nuestros padres, advirtiéndonos que no nos alejáramos mucho, se sentaron en las mesas de ajedrez, pero no recuerdo si jugaron algunas partidas: todavía estaba en la edad de no prestar mucha atención. Continuando con el relato, solo caminamos un poco más allá, donde ellos pudieran vernos sin tantas complicaciones, cuando de pronto, vimos algo impactante: una especie de esfera metálica era la causante de que ese líquido se esparciera por el agua, y en cuanto nos colocamos en su órbita, exploto.

   Un cansancio inmenso me sobrevino después, al igual que ese dolor de cabeza inminente, y luego de hablar con mamá y papá en el hospital, supe que también había surcado por los aires y que mi piel acogió unas cicatrices extrañas. Tengo la certeza de que todavía las tienes, aunque es muy probable que las escondas: somos una, así que te conozco bien. Por alguna razón, las heridas no resultaron ser tan graves, así como tampoco fueron tan malas las horas que le siguieron a ese hecho, o al menos es así en mi cabeza. Mérida y Lara también salieron a los pocos días de la hospitalización, sin embargo, el aspecto de la última y el detalle de que su hablar fuera más fluido que el nuestro llamo la atención de muchos especialistas, pero la señora Catherine supo cómo ahuyentarlos.

    Los mese pasaron, Julia, y junto con ellos, muchas cosas raras: las jaquecas se volvieron continuas, una voz que antes no estaba se colaba en mi cerebro y las sabanas de mi cama comenzaron a moverse sin que yo estuviera en ella. ¿Era acaso normal? Yo no pude procesarlo hasta unos años después, cuando pude leerle el pensamiento a uno de mis profesores en la primeria.

    Fue como haber escuchado a alguien más en medio del salón silencioso, y la frase utilizada no resulto ser difícil de sobrellevar: "se ven muy inocentes". En mi defensa, la mayoría de niños son demasiado inocentes a los ochos años, pero eso no es lo importante: yo, una persona común y corriente, pude escuchar la voz de mi maestro sin que este abriera la boca. Después de eso, no pude salir de mi impacto hasta que llegué a casa, y cuando estuve sola, encerrada en mi cuarto, ciertas cajas empezaron a alzarse, y la ventana, aun con seguros, se abrió con violencia, al igual que las cortinas. En resumen, mi habitación era un caos, y solo pude detener todo cuando me deslicé debajo de la cama.

    Mis padres se asustaron en cuanto oyeron mis gritos, y quisieron hablarme, entender que me pasaba, pero yo no quise hacerlo: ¿quién iba a creerme?, ¿quién iba a pensar que eso no era brujería o algo así? Me encerré en mi misma, nos encerramos y creamos una barrera que solo nuestros amigos y familia podían cruzar, y eso ya era un milagro.

    Con el paso de los días, pude averiguar qué era lo que me sucedía, y gracias a eso, pude ocultarlo, no sin mucha dificultad al principio. Creo que, en parte, eso nos hizo más fuertes, aunque también nos condenó un poco, Julia, porque nuestro poder nunca había estado en nuestro cuerpo hasta esos minutos. ¿Ya eres una con él?, ¿Cómo te sientes ahora?

Atentamente, la Julia del pasado.



¡Nuevo capítulo extra publicado!, ¿Cómo están, mis queridos mundanos? Espero que muy bien. El día de hoy les traje otro extra de nuestra querida Julia, el cual espero disfruten mucho. Por favor, no olviden comentar, votar y seguirme: recuerden que son cosas muy necesarias para apoyar a las y los escritores a través de redes como esta. ¡Nos vemos, cuídense mucho!

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Besos infinitos, G.S

PD: capítulo dedicado a Isaac Pose Márquez. Muchas gracias por haberte unido a esta familia, significa mucho para mi 😁. ¿Qué opinan de "Luna de Hielo", ahora que ha finalizado? Recuerden que es un borrador 😅, aun queda corregirlo.

Luna de Hielo [Saga Moons #2] {➕}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora