Capítulo veintiséis

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    Todo ocurre a cámara lenta, pero para Lara fue una pesadilla andante: Joen la toma de la mano, y luego de gritarle a Chelsea un montón de indicaciones que ni siquiera ella pudo entender del todo, las dos se dan un abrazo improvisado, y fueron en esos segundos en que las calles, personas y jardines giraron a máxima velocidad alrededor de ellas, logrando ver por última vez a un Owen desesperado corriendo hacia su dirección, aunque no logra atraparla, porque gracias a Chelsea, ya habían desaparecido.

    Un remolino rosa las cubre por completo, y Lara, al observar a su hermana, entiende la situación: sus ojos eran del mismo color que su poder, por lo tanto, estaban teletransportándose a un lugar que ninguna había visto antes. No duró mucho, ya que después de que el mareo catastrófico atacará su cuerpo, ambas terminan en medio de una acera, en el suelo y frente a la torre Tokyo Skytree.

Chelsea se sacude la ropa, se levanta totalmente recuperada y espera a que Lara se alivie un poco.

—¿Ya se te pasó?

—Tengo náuseas.

—Y eso es un rotundo no— afirma la post humanoide al tiempo que la ayuda a recortarse de una pared—. Respira profundo, fija tus ojos en algo específico y cálmate.

—¿Dónde estamos?— pregunta la blanquecina siguiendo las indicaciones.

—Frente a la torre más alta de Japón. Gracias al cielo pude memorizarla por completo, sino no estaríamos aquí.

—¿Por qué?, ¿No deberíamos estar con los demás?

—Tengo la teoría de que tu noviecito te quiere sobreproteger demasiado.

     La alien también lo creía, pero no deseaba admitirlo aun. Era agradable que un chico mostrara interés en su persona, y pese a que le gustaban los momentos que compartían, no iba a permitir que la encerrara con la excusa barata de protegerla: porque era su batalla, era su padre y todos estaban ahí por su causa. Así que, de alguna u otra forma, necesitaba dar la cara ante sus problemas.

—Opino lo mismo.

—Vaya, al fin estamos de acuerdo en algo.

—¿Podemos volver? Tal vez nos necesiten— pide Lara con urgencia.

—Espera, por favor: las primeras veces que te teletransportas son horribles por los mareos y náuseas, así que detente. Además, estos chicos están entrenados para defenderse: no creo les pase nada.

—¡Mis amigos están ahí!

—Y recibieron sus poderes primero que tú. Son fuertes, Lara, más de lo que crees.

     Ella suspiró con fastidio, cruzó los brazos, y juntó a Chels, permaneció sentada en la calle, que curiosamente era la más limpia que había visto en su vida. Su nerviosismo la estaba haciendo temblar, así que para poder tranquilizarse, empezó a morderse las yemas de los dedos con delicadeza: se preguntó dónde estaría su madre en esos momentos, se preguntó si la de Chelsea estaba bien y también pensó en el resto de padres que les habían dado permiso entrar a un portal hacia hacia semanas. ¿Estarían bien?

     El sonido del zapato de la chica de al lado la distrajo, los sonidos de las motos y automóviles también, y aunque deseaba volver al lugar para ofrecer su ayuda, no podía hacerlo: necesitaba un plan.

—Lamento que estés pasando por esto— le susurró la blanquecina a la otra muchacha.

—¿Por qué? No es tu culpa que mi sed de venganza me rebase— rio Chelsea al morderse los labios.

—Porque te estás enfrentando a alguien a quien debiste haber amado. Por eso me molestabas todo el tiempo, ¿no? Porque tu ya sabias mas que yo sobre todo esto. No voy a juzgarte, pero supongo que debió de ser duro.

Luna de Hielo [Saga Moons #2] {➕}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora