Capítulo quince

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  Su pecho se oprimía, sus manos sudaban y lágrimas de preocupación no dejaban de recorrer su rostro. Catherine, con sus padres junto a ella y con Apolo hablando con el gobernante, no asumía aun que Lara se hubiera ido para enfrentarse a su padre, Samuel. Se lamentaba, entre sollozo y sollozo, él nunca haberle hablado a su hija sobre ese pasado tan atroz que, a duras penas, había tratado de pisotear.

—Están intentando rastrearlos. La nave siempre ha mantenido encendida su ubicación, así que hay posibilidades de que regresen.

—Sabes que eso no pasará— renegó ella viendo a su amigo.

  Él no quería asumirlo, pero era imposible negar que en esa afirmación había algo que fuera mentira. Arrodillándose frente a la mujer, y tomándole las manos temblorosas, intentó calmarla en medio de tanto alboroto.

—Todo estará bien.

—Son solo niños. Sé que son fuertes, pero ninguna persona a esa edad piensa de forma sensata.

—Puede que sí, puede que no. Yo tampoco sé qué pensar, Catherine. Si tu hija es la única que tiene algo que resolver con él, no logro entender porque los demás se lanzaron hacia ese peligro.

—Quizás querían ayudarla— excuso la madre limpiándose la nariz.

—Tal vez, pero Joen nunca se va sin tener una razón.

  Frunciendo el ceño ante las palabras misteriosas y concentrándose solo en el estupor, Catherine saltó en el asiento al recibir el tono de llamada que solo significaba una cosa: los padres de los otros deseaban respuestas. Transmitiendo un poco de desconcierto y sorpresa a través de sus ojos, tomó el teléfono y se aclaró la garganta antes de hablar con Ricardo.

—¿Catherine?

—Soy yo. ¿Cómo están todos por allá?

—Muy bien, aunque algo ansiosos. Nuestros hijos no nos han llamado en estos últimos días. ¿Pasó algo?

—Es algo difícil de explicar.

Tenemos tiempo.

—Pero es de madrugada. ¿No están cansados?

—Por aquí sigue siendo de día.

Una maldición salió de sus labios, y antes de decir alguna verdad, siguió creando más excusas:

—Los chicos están dormidos.

¿Mi hija está bien?

—Claro— titubeo Catherine al sentir su mano moverse de más.

Tu voz no me convence del todo.

Apolo, desesperado, le arrancó el celular y haciendo un gesto de silencio, procedió a continuar:

—No rompa nada después de escuchar esto.

Eso no lo puedo asegurar, ¿Quién eres?

—Un amigo de Catherine. El punto es que su hija no está aquí.

¿Qué?

Viajó a Tokio. Fue hace menos de quince minutos, pero planeamos traerla junto a los demás.

¿Está diciéndome que mi hija viajó a un país donde nadie habla inglés, que no hay ningún adulto con ella y que sus amigos también hicieron esa locura?

—Técnicamente, sí.

  Un grito de frustración hizo que Apolo apartara la oreja del artefacto, y con el ceño fruncido, espero a que esa primera impresión pasara. Los demás, a la expectativa de ver que es lo que haría el equipo encargado de la localización, se sorprendieron por el alcance de ese humano.

Luna de Hielo [Saga Moons #2] {➕}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora