Capítulo veintiocho

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    Las celdas no eran tan grandes ni cómodas como en la Galaxia Andrómeda, y aunque solo estaban en una estación de policía, el miedo de ir a una cárcel con mayor seguridad los aterraba. Julia y Mérida permanecieron sobre sentadas al tiempo que pensaban en qué cosas podían hacer para salir de ese embrollo, y los chicos, algo resentidos por la pelea, habían sido esposados con el fin de no golpearse, todo a excepción de Peter, el cual no quería sentarse desde el encierro.

Akira logró ser identificada a tiempo, y dando su declaración, no pudo evitar pensar en Owen: el alien que se mantenía a unos cuantos metros de ella. La palabra "estocolmo" pasó por su mente como una rafaga fugaz, y sintiendo un ardor en la garganta, le pidió a uno de los oficiales un vaso de agua. Mientras este cumplía con la orden, ella se sentó en una de las sillas de plásticos que pudo divisar, y mirando hacia su derecha, se encontró con los ojos del moreno.

    Se dijeron muchas cosas sin soltar palabra, no parpadearon en ese tiempo y él, hablando en su idioma, artículo un "lo siento" con sus labios. Para sorpresa suya, logró entender lo que decía, pero para colmo de males, no tenía ni idea de cómo sacarlo de allí. El hombre uniformado llega con el líquido, ella lo bebe de poco en poco, y tomando una drástica decisión, le pide permiso al oficial para poder hablar con uno de los involucrados.

    El japonés la mira como si estuviera loca, y tratando de convencerla, le informa sobre los cargos que ellos, y sobre todo a quien señaló con la mano, enfrentan. La joven le dice que le importa, y él, volviendo a insistir, cansa a la chica y ella, por poco, va hacia el delincuente. El oficial se lo impide poniendo una mano frente a su cara, y sacando las llaves de su bolsillo, arrastra a Owen hacia el exterior. El extraterrestre se sorprende por el repentino cambio de planes, y observándola, se preguntó qué era lo que planeaba.

    Con nerviosismo, Akira teclea la línea líneas que quiere traducir, y levantando el teléfono, él pudo leer lo siguiente:

¿Qué sucede?, ¿Cuál es la verdadera razón por la que están aquí?

    Era algo difícil de explicar, sobre todo porque no hablaban el mismo idioma y, claro está, porque la existencia de todos ellos debía de ser un secreto. El alien toma la iniciativa de pedir un celular, pero antes de siquiera pronunciar una palabra, una música se hizo presente en el lugar: era el tono de llamadas de Joen, el cual provocó que este gritara, en inglés, que tenía derecho a una llamada.

    Owen, con las manos todavía esposadas, le pidió a Akira que le pasara el aparato, y con este ya entre sus dedos, escribió una petición dedicada al oficial:

Mi amigo quiere hacer una llamada, solo una. Por favor.

    El hombre analizó con paciencia ese ruego silencioso, y apretando los dientes, le pasó a Joen su teléfono. El chico lo agradece con una inclinación de cabeza bastante torpe, luego desbloquea la llamada y suspira con alivio al oír que se trataba de su reina:

—Al fin me contestas. ¿Dónde están?

—En un aprieto muy grande, Lara.

—Eso estaba más que claro desde que vimos al otro— dice la muchacha con voz temblorosa al acordarse de Owen—. Tenemos una idea algo peligrosa, pero para ello necesitamos que nos digas con mucho detalle en qué lugar se encuentran.

—Hay rejas, ventiladores en el techo, esposas muy incómodas...

—¿Me estás diciendo que después de huir los arrestaron?

—No fue prudente pelearnos, lo sé, pero ahora estamos en una estación de policía en una calle que no conozco y, según yo, nuestros cargos no son tan malos.

Luna de Hielo [Saga Moons #2] {➕}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora