6|Con un poco de engaño

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Necesitaba hablar con Marinette lo más pronto posible.

Joder, de haber sabido que la morena voluptuosa era su amiga nunca la hubiera llevado a mi casa; con una suit en un buen hotel y despacharla temprano me habría ahorrado arruinarme el avance con Marinette.

Estuve desde muy temprano en la oficina para poder encontrarla y conversar con ella; sin embargo me llamaron a otra jodida junta.

Pasé horas escuchando cómo el incompetente de mi tío se peleaba con mi madre sobre quién era el mejor y a los demás inversionistas ver aquellas disputas como los buitres que eran. Esperando la mínima oportunidad para atacar el legado de mi familia.

A&G era una fusión que mi tío y mi padre hicieron de jóvenes—de ahí el nombre, Agreste&Graham—; sin embargo, al fallecer mi padre, todas sus acciones quedaron  en manos de mi madre. Ella era  muy buena diseñadora—si no es que la mejor— pero como administradora era pésima. Yo me empecé a ocupar del área administrativo apenas salí de la universidad; pero también amaba el diseño de modas y es por eso que hacía todo lo posible para hacer las dos cosas a la vez y no darle el gusto a nadie de tocar el patrimonio de mi familia.

Pensaba en la reacción de Marinette también. Ella pareció indiferente a toda la situación de su amiga en mi casa. Joder, eso me desesperaba. Yo creía que al menos le importa un poco como para demostrarme celos; pero al parecer no. Me molestaba no tener la suficiente atención de ella. Me jodía sentirme un perdedor, porque yo siempre obtenía todo lo que me proponía y el que lleve tanto tiempo insistiendo no me gustaba.

Debía cambiar de táctica. Debía hallar la manera de entrar en ella sin que me mire como alguien despreciable al que pondría resistencia.

La junta terminó y marché a mi oficina con una idea en mente. Esperaba que funcionase.

—Buenos dias, Marinette—saludé. Ella me ignoró.—Buenos días, Marinette—repetí. Siguió metida de lleno en algunos papeles sobre su mesa de trabajo; me exasperó su falta de atención.—¡Marinette!—Puse mi mano sobre la mesa, ella levantó la mirada algo asustada.

—Señor Graham.—Se quitó los audífonos y puso su mano sobre su pecho.—¿Por qué hiciste eso, idiota?—Cambió su expresión en un segundo.—Me asustaste.

—Te saludé y no me contestaste, es molesto.

—Muchas veces tu pasas sobre los demás sin importarte los modales.

—Es porque yo soy el jefe.—Rodé los ojos.—Tú pasas sobre mi autoridad y me faltas el respeto, agradece que aún sigues aquí.

—Eso no te da derecho a ser maleducado. Son personas que trabajan por su día a día para ti, deberías tener más respeto por ellas y ser menos soberbio.

Entonces se me vino algo mejor en mente que sólo empezar una buena conversación con ella y convencerla de que lo qué pasó con su amiga no fue más que un error. No le gustaba mi forma de comportarme; parecía ser de aquellas chicas que esperan al prototipo de príncipe azul y para su maldita suerte, yo sabía muy bien aparentar ser uno.

—Tienes razón—musité bajando la mirada.

—¿Qué?—Se sorprendió. Justo lo que esperaba.

—Tienes razón, Marinette—repetí.—Yo... Yo lo...—mierda; que difícil era decirlo por mas que no sea cierto—lo siento. Es sólo que toda mi vida yo...yo siempre obtenía lo que deseaba, me educaron niñeras o asistentes y nunca me detuve a pensar en cómo se sentían los demás porque nadie se detuvo a pensar en cómo me sentía yo.

—Félix—Se puso de pie para pararse frente a mí.— ¿Sabes? Reconocer nuestros errores es de valientes y de mejores personas.

—Yo acabo de darme cuenta de lo mal que actué contigo.—Levanté la mirada y vi en sus ojos sorpresa y alegría juntos. Que fácil.

𝚁 𝚄 𝙼 𝙾 𝚁 𝚂 | Felinette AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora