30|Demasiado tarde para pedir perdón

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Por horas busqué a Marinette o a mi madre para que me de respuestas sobre dónde la había llevado, hasta que me llamaron de la oficina para una reunión de emergencia. Sabía que la junta directiva estaría hecha un lío gracias a mis acciones del día anterior y debía solucionarlo antes que lo poco que quedaba en pie se vaya al carajo.

Conduje como un maldito demente por la ciudad hasta llegar a A&G. Apenas puse un pie allí escuché los murmullos y sentí las miradas, juzgándome. Traté de ignorarlas y me dirigí a la sala de juntas.

Cómo lo supuse, mi madre estaba ahí sin embargo no mencionó ni una palabra durante toda la reunión. Parecía que disfrutaba de la reprimenda que me daban los ejecutivos.

—La prensa está sobre nosotros— habló el gerente del área de publicidad. —Nos están comiendo vivos con los titulares amarillistas y las cancelaciones en redes sociales es peor.

—Mis acciones no tienen que ver con la empresa— me defendí.

—No para la personas que describen su accionar como una bajeza.

—Willian Rossi no ha cancelado ninguno de nuestros tratos y me espera para conversar con él. Déjenme solucionar esto.

—Necesitamos darle algo a la prensa, una excusa.

—Tu padre estaría muy decepcionado de ti, Félix— habló mi tío. —Un "sí quiero" bastaba para llevar esta empresa al éxito mundial que ha querido ganarse hace años pero en cambio, aquí estamos.

—No metas a mi padre en esto— murmuré con enojo.

—Gabriel tiene razón— defendió otro de los socios que había estado en A&G desde su fundación —, y por eso sugiero que las elecciones para la gerencia general se hagan hoy.

—¡¿Qué?! No.—Me puse de pie con rapidez.—Arreglaré las cosas con los Rossi hoy y verán que soy capaz de mantener todo bajo control. Que esto fue sólo un malentendido.

Con los ojos sobre mí, murmuraron. Sentí que enloquecería pronto con todos los pensamientos dando gritos dentro de mi cabeza. Con todo el dolor que tenía en el corazón por sentirme tan perdido.

—¿Pero nos puedes decir qué tipo de "malentendido" fue ese?— Preguntó Gabriel con malicia. Quería hundirme pero no debía dejarme.

—Es algo que no les incumbe.

—El trabajo de nuestras vidas está en riego, muchacho— dijo otro socio. —Así que creo que sí no incumbe.

Mis ojos se desplazaron por toda la sala de juntas y detallé cada rostro. Todos me juzgaban y, aunque dije que ya no me importaba, cuando me detuve en el rostro de mi madre me sentí la persona más miserable sobre la tierra. Una pequeña sonrisa triunfante se asomó en sus labios y su mirada sólo me decía que al final siempre iba doblegarme hacia sus deseos. Que mi vida no era mía y que nunca lo fue; no mientras en mí siga habiendo una necesidad por su atención.

Necesitaba verme fuerte pero, ¿cómo haces eso cuando acabas de perder a la única persona que te demostró preocupación? ¿Cómo lo haces cuando sabes que nunca la mereciste y que es mejor dejarla ir? ¿De verdad iba a dejarla ir?

Sí. Sólo necesitaba saber dónde estaba para dejarla en paz. Sólo necesitaba saber que estaba a salvo de mi madre para ya no causarle más sufrimiento porque entendí que todo lo que yo estaba sintiendo ahora, Marinette lo había sentido esperando por migajas de mi atención y promesas falsas.

—Lila está embarazada—hablé con firmeza. Todos en la sala quedaron en silencio y pusieron más atención en mí. —Me lo dijo antes de comenzar la ceremonia y, lo sé, no debí salir corriendo pero me tomó por sorpresa.

𝚁 𝚄 𝙼 𝙾 𝚁 𝚂 | Felinette AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora