𝚁 𝚄 𝙼 𝙾 𝚁 𝚂 | Felinette Au

32| Odio, tiempo y autodestrucción

No podía dejar de verlo. Aquel pintor la conocía y había estado con Marinette estos últimos meses.

Cuando lo investigué, jamás me hubiera esperado encontrarla en algunas fotos que él había publicado en redes sociales. Se la veía feliz y radiante estudiando artes en una de las mejores escuelas de Nueva York. Eso me mantenía a raya; odiaba pensar que yo era el motivo de que ella haya abandonado su sueño de ser una diseñadora reconocida, y pensar en que después de tanto tiempo sonreía me detenía para no ir en su búsqueda.

¿Cómo podía hacerlo? Pensar en arruinarle la vida otra vez me hacía sentir más miserable y, aunque mi lado egoísta quisiera ir por ella, el amor que le tenía me decía que era mejor dejarlo así.

—Está quedando precioso el cuadro, ¿cierto?—Lila se acercó a mi lado mientras mientras mirábamos a nuestro bebé jugar en el suelo.

—Si está pintando una fotografía de él, no entiendo por qué tiene que estar en nuestra casa.

—No entiendes nada de arte, Fel.—Ella soltó una risita.—El bebé nunca podría quedarse quieto como para posar por horas pero Nathaniel le dará vida al cuadro conociendo a nuestro hijo y viéndolo en estos días—dijo y fue en busca de Colt cuando este comenzó a llorar.

—Creo que tomaremos un descanso de media hora—habló Nathaniel, acercándose a Lila y el bebé con una sonrisa.—Estuviste increíble, campeón.

—Claro que sí—respondió ella—, ahora si me disculpan iré a prepararle algo de comer. Estás en tu casa, Nathaniel, puedes pedirle a la servidumbre alguna merienda si lo deseas también.

Lila salió del salón con mi hijo y me dejó con Nathaniel a solas; por alguna razón, el aire se tornó incómodo.

—¿Y cuánto tiempo tardas en terminar una pintura como esta?—hablé para romper el silencio. Llevaba dos dias en mi casa y cada vez me sentía más incómodo y ansioso por preguntarle todo acerca de Marinette o obligarlo a darme su dirección.—Pintas una fotografía de él, sigo creyendo que no era necesario que vinieras pero según Lila, yo no entiendo una mierda de arte.

—Quizás ella tenga razón.—Me miró con seriedad.

Fingí una sonrisa. Algo en mí me decía que yo no le agrada, así como él no me agradaba a mí. ¿Marinette le habrá contado de nosotros? Lo dudo si su plan era dejarme en el pasado.

—Todavía no me contestaste, ¿cuánto demoras en cuadros como este?

—Una semana por lo menos.

«Lo que me faltaba.»

—Bien. Oye...

La curiosidad jalaba de mí, debía saber algo de Marinette, lo que sea que me demuestre que está bien y no sólo una fotografía de ella sonriendo pero antes que pueda abrir la boca, su celular resonó sobre la mesita que estaba a un lado del lienzo. Tomó el celular y descolgó con una sonrisa.

—Nette...

La sola pronunciación de ese nombre me dejó paralizado. ¿Acaso era Marinette?

Salió del salón y me quedé pensando por minutos, mientras duraba su llamada, en que si era ella, ¿qué le decía? ¿De qué hablaban? No podía oírlo y no podía moverme para seguirlo. Me quise convencer de que me había equivocado, de que ella no era la que llamaba.

Me negaba a que hubiera algo profundo entre Marinette y ese tipo.

«Ya pasaron dos años, lo normal sería que ella haya rehecho su vida.»

Es cierto pero no quería. Me seguía doliendo porque yo la pensaba cada día como si hubiera sido ayer la última vez que la vi.

Sentí sus pasos volver al salón y con una estúpida sonrisa, empezó a acomodar sus cosas. No podía seguir así.