12| Liberosis

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Este último mes descubrí que era divertido pasar tiempo con Marinette, que me agradaba su energía y que me escuchase. Claro, no podía contarle todo o abrirme por completo a ella, pero sin dudas me sentía más aliviado cada vez que me nacía hablar  sobre algo de mi vida.

Supongo que, se estaba convirtiendo en una buena amiga, obviamente, separando el hecho de follármela.

—Señor Graham.—Lisa, la secretaria de Gabriel llamó a la puerta y le permití pasar.—Aquí tiene los archivos de las últimas ventas que me pidió.

—Muy bien. Gracias.

La chica abrió un poco los ojos con sorpresa por mis palabras. Aún yo me sentía extraño, pero creo que el juntarme con Marinette y pretender que era un príncipe azul no sólo la había impresionado a ella sino a varias personas de la empresa.

—Con permiso—musitó para darse media y salir de la oficina.

Comencé a revisar los papeles y me percaté de que no estaban el en orden que debían estar por fecha de venta. Odiaba cuando las personas no hacían las cosas correctamente.

Apreté los puños y me puse de pie, disponiéndome salir para hablar muy seriamente con Lisa sobre la forma descuidada en la que hacía su trabajo; sin embargo, Marinette entró con una sonrisa radiante a la oficina.

—Buenos días, Fel.—Se acercó a mí para plantar un casto beso en mis labios.—¿Todo bien?—preguntó con una expresión de confusión en el rostro al verme casi paralizado.

—S-Sí.

No supe exactamente qué fue lo que pasó pero todo lo que pensaba minutos antes desapareció por completo de mi mente. Tal vez, estaba exagerando un poco con lo del trabajo perfecto.

—¿Adónde ibas?

—A ningún lado.—La tomé de la cintura.—Pero ya que llegaste, ¿qué te parece ir a desayunar?

—¿Qué? Pero hay trabajo que hacer.

—Inventamos que es una reunión de negocios.—Acaricié mi nariz con la suya.—Dime que sí, quiero pasar tiempo contigo.

«Y follarte un rato en mi auto.»

—Pasamos todo el fin de semana juntos.—Soltó una risita.—No querrás que nos descubran.

Sus mejillas sonrojadas, sus ojos azules y brillantes, su preciosa sonrisa. Todo, absolutamente todo de ella me hacía sentir...diferente. Y no me estaba gustando sentirlo.

«No, Félix. ¿En qué carajos piensas?»

Yo controlaba este juego. Yo decidí comportarme como Marinette quería que me comportara para obtener un beneficio sobre ella. Era mi juego y ella sólo era una ficha que yo movía a mi antojo; el que pasáramos tiempo juntos o el que me agradara hablar con ella no significaba nada más.

Que se convierta en mi amiga estaba bien, mientras al final de su pasantía todo volviera a su lugar.

—Fel—susurró.

Su dulce voz me sacó de mis pensamientos y para ignorarlos, hice lo único que se me pasó por la mente. La besé.

Fue un beso apasionado y hambriento. Marinette correspondió al instante enredando sus dedos en mis cabellos y dándome paso a explorar más su boca.

—Félix...—jadeó.

No quería escucharla a ella ni a mis pensamientos. No quería pensar en perder el control de mis decisiones sobre este aspecto de mi vida porque era lo único que me pertenecía y si no lo tenía...¿Qué tenía entonces?

𝚁 𝚄 𝙼 𝙾 𝚁 𝚂 | Felinette AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora