2|Rumores

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Fue un jodido dia de mierda.

Mi madre llegó de sorpresa en la madrugada e hizo un escándalo por la chica que encontró en mi habitación. Comenzó con su típico sermón de "la casa se respeta" y toda la mierda que se le pudo ocurrir. Odiaba cuando ella volvía de sus viajes sin avisarme, a veces hasta prefería tenerla muy lejos de mí. No me juzguen, la quería pero era muy intensa en ocasiones y es difícil lidiar con ella y mi tío al mismo tiempo en la empresa.

Para relajarme después de esa ruidosa mañana y un dia cargado de aburridas reuniones con viejos estirados, Claude y yo decidimos ir a tomar algo al club más prestigioso de la ciudad. Todo iba normal, disfrutaba de la música y el ambiente, disfrutaba de las hermosas chicas y pensaba en cuál sería la afortunada  para acompañarme a la cama esta noche; sin embargo, mis ojos captaron algo inusual, o mejor dicho alguien.

Era una pelinegra cubierta por un ajustado vestido negro y tacones altos. Yo venía casi todas las noches a este bar y no recuerdo haberla visto jamás; era jodidamente hermosa. Sonreí cuando su mirada se posó en mí y sonrió de vuelta timidamente.

Me acerqué con cautela y la invité a bailar. De cerca su belleza y el espectacular cuerpo que tenían provocaron en mí todo tipo de pensamientos que deseaba compartir con ella en una habitación a solas. Se quedó en silencio unos segundos, sólo mirándome.

—¿Señorita?—Volví a llamar.

Pareció despertar de un leve trance y tomó mi mano sin dudarlo.

—Marinette—habló, y su voz... joder quería escuchar esa voz diciendo mi nombre entre gemidos. Era por completo dulce y encantadora.—Me llamo Marinette—reafirmó.

—Marinette—repetí, guiándola hacia la pista de baile.—Es un nombre bonito, como tú.—La apegué a mi cuerpo por su pequeña cintura. Alzó la mirada con sus ojazos azules muy fijos en mí, llenos de sorpresa.—No te había visto por aquí antes.—Me acerqué más a su oído debido a la música alta y su cuerpo se estremeció entre mis brazos, haciéndome sonreír victorioso por lo que le causaba.

Sería fácil.

—Es la primera vez que vengo—habló mirándome a los ojos.—Mi amiga me trajo a celebrar.

—¿Y puedo saber qué celebras?—Me acerqué peligrosamente a su boca.—Ya sabes...—Tomé un pequeño mechón de cabello y lo coloqué detrás de su oreja—para celebrar contigo.

—Un nuevo trabajo—susurró.

—Felicidades.—Sin previo aviso la hice girar para que quede de espaldas a mí.

Seguimos contoneándonos al ritmo de la música y ella acarició mis brazos que estaban alrededor de su cintura.

—Gra-gracia...emh...

—Felix—respondí sin importancia. Ya deseaba llevármela lejos de aquí; su aroma dulce a vainilla estaba volviéndome loco.—¿Te gustaría beber algo...—susurré contra su oído y muy despacio guié mis labios hacia su cuello.—y luego, no sé, seguir conociéndonos mejor?

—Me parece...—suspiró—bien.—Sonreí. Esto me había tomando menos de media hora, un nuevo récord.—Mi amiga está por allí, podemos ir a su mesa o dónde estés tú.

—Qué te parece un lugar más...privado.

Su pequeño cuerpo se tensó y giró rápido a verme.

—¿Qué?—preguntó algo confundida.—Para conversar podemos quedarnos aquí sin problemas.

—Claro que podemos iniciar hablando si quieres.—Le tomé del mentón y rocé sus labios con los míos.—Y luego, algo mejor.

Marinette abrió más sus ojos y se distanció un paso de mí. Su rostro cambió por completo; se tornó serio.

𝚁 𝚄 𝙼 𝙾 𝚁 𝚂 | Felinette AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora