11| Diferente

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Si me hubieran dicho que aquel sujeto desagradable del bar sería tan amable y tierno jamás me lo hubiera creído.

Había pasado una semana desde aquella apasionada noche en mi departamento y todavía no me acostumbraba a lo bien que Felix me hacía sentir cada tanto con sus besos y atenciones. Lo nuestro no tenía un nombre; creo que estábamos conociéndonos y disfrutando el uno del otro cada que podíamos; sin embargo, no quería ilusionarme tan rápido. ¿Qué pasaría si su madre se enteraba? ¿Perdería mi pasantía? ¿Le molestaría que su hijo esté con una empleada? A veces esa preguntas no me dejaban disfrutar del todo de lo que ahora vivía.

Entré a la oficina un poco ensimismada en esos mismos pensamientos pero al ver una rosa en mi escritorio todo aquello se esfumó.

La tomé con cuidado y la olí. Una boba sonrisa se formó en mis labios al recordar a Félix y nuestro maravilloso fin de semana juntos.

—Sorpresa—susurró tomándome de la cintura por atrás.— Hoy debemos ir a celebrar.

—¿Por qué?—Solté una risita por sus mimos y las cosquillas que hacía su respiración en mi cuello.

—¿Recuerdas la reunión a la que te llevé hace una semana con el inversionista extranjero?—Cómo olvidarla si fue aquella noche en la que perdí la virginidad.

—Sí.

—Todo fue un éxito.—Me instó a girarme para quedar frente a frente. Acercó sus labios a los míos.—Entonces pensé, qué mejor que ir a celebrar con la hermosa chica que ayudó en todo eso.

—¿Lo dices de verdad?—sonreí.—Yo...yo apenas si hablé.

—No seas modesta.—Me dio un beso.—Pasaré por ti a las siete.

—Bien.

No sabía descifrar qué era exactamente lo que empezaba a sentir pero lo que sí sabía era que me gustaba sentirlo. Me gustaba el sabor de sus besos, ver su sonrisa sincera y sus atenciones. Era rápido, era confuso y peligroso pero aún así no pude frenar la caída hacia el abismo de sus ojos y eso me asustaba.

Me asustaba pensar que en algún momento la oscuridad se apodere de mí y no pueda salir.

🥀

Quedé boquiabierta cuando ví que cenaríamos en Le Jules Verne, uno de los restaurantes más lujosos y caros que estaban en la Torre Eiffel.

—Félix...

—No digas nada.—Sonrió cuando ambos tomamos asiento en la mesa. La vista nocturna de la ciudad se era preciosa; casi mágica.—Sólo lo mejor para ti esta noche.

—Gracias.

Disfrutamos de una cena exquisita, de la vista y de la charla. Le hacía preguntas y él respondía a todas. Lo conocía cada vez más y me sorprendía hacerlo.

Era alguien inteligente e interesante. Había vivido con su padre en Londres desde que era un niño cuando sus padres se divorciaron, siempre fue el mejor en la universidad y sacó un master en administración en Harvard. Hace un año su padre falleció y es por eso que él ahora vivía en la mansión de su Madre aquí. Era el responsable de todo el legado de su padre y siempre se esforzaba por hacerlo bien.

—La relación con mi madre no es muy...afectiva por así decirlo—habló bebiendo de su champaña.—Nunca me visitó personalmente mientras crecía y supongo que lo nuestro sólo se complementa por los negocios. La aprecio pero es algo difícil.

—Creía que al vivir juntos ahora...—Félix negó.

—Sigue siendo una persona muy ocupada y quién no, si debemos custodiar el patrimonio de mi familia a toda costa.

𝚁 𝚄 𝙼 𝙾 𝚁 𝚂 | Felinette AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora