𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐆𝐑𝐎𝐖𝐒 || "El amor crecerá y las heridas sanarán"
Ella solo quería devuelta a las personas que perdieron en esta dura batalla, matar a Negan y estar todos felices, como era antes. Él había visto a toda su gente ser asesinada, pero aún...
Me removí hacia el otro lado de la cama, casi despertando accidentalmente a Alden, quien dormía a mi lado.
Noté como formó una muequita y luego suspiro abrazando mi cintura aún más, como si fuera un oso de felpa, acomodé mi cabeza en su pecho, dejando que su calor me envolviera en un abrazo, con su mentón recargado en mi cabello y mis brazos abrazando su pecho.
Estuve apunto de volver a cerrar mis ojos para dormir, cuando un crujido me lo negó, levantando la mirada, me levante de la cama casi de inmediato que incluso Alden se despertó.
—¿Qué pasa?— me pregunto adormilado.
Sin lograr contestarle, ambos salimos disparados fuera de la caravana, cuando menos lo esperábamos, un árbol había atravesado los muros de Hilltop y las personas gritando por ayuda me alarmaron de inmediato.
—Tengan cuidado— pedí al ver que los demás ya comenzaban a ayudar.
—No, no, retrocedan, la estructura no aguantará— informó Alden, deteniendo a los demás.
—Tiene razón, demasiadas personas podrían hacer que se derrumbe— agregué, mirando aquel árbol.
—Saquen a los caballos de ahí, Marco, ve a la enfermería y trae a Alex— pidió Alden y este asintió corriendo.
—¿Crees que fueron ellos?— miré a Luke cuando le escuché decir eso.
—¿Si fueron ellos? ¡Por supuesto que fueron ellos!— exclamó Earl con molesta.
—Ya nos quitaron los territorios solo por cruzar la frontera para apagar un incendio forestal— agregó Alden, cruzándose de brazos.
Ni siquiera pude decir algo al respecto, solo tragué en seco, bajando la mirada ya que, pensar en ellos y lo que hicieron me retrocedía en el tiempo.
—¡Ya estamos en guerra, solo que no lo sabíamos!
—Hay nueve heridos— informó una mujer, que llevaba cargando a otra —El techo se derrumbó, hay gente atrapada.
—Nos llevará mucho tiempo liberarlos, ¿Qué hacemos, jefe?— Jerry busco ayuda en Ezekiel.
Más este parecía paralizado en ese momento, haciéndome fruncir mi ceño, avance unos cuantos pasos.
—¿Ezekiel, te sientes bien?— inquirí —Jerry llévalo dentro.
—No, no— contestó rápidamente —Estoy bien, no se preocupen por mi, ayuden a los demás.
Asintiendo, miré a Alex de vuelta cuando preguntó cuántos heridos había.
—La enfermería tiene camas para cuatro, como mucho cinco— informó él.
