25 - Mazmorra del Día y la Noche

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Unas horas habían transcurrido mientras el par se encontraba en el interior del bosque. Con este rato, la cantidad de osos que lograron eliminar aumentó a catorce, por lo que solamente necesitaban cazar a seis más.

¿El problema? Se habían alejado demasiado del camino, por lo que ahora se encontraban perdidos dentro de la densa niebla sin final aparente.

—Llevamos más de una hora caminando en esta dirección y no hemos visto nada. —se quejó el chico cansado de caminar sin rumbo alguno.

—Ya se está haciendo de noche. —dijo la chica, frenando su caminar por el momento.

A pesar de que en el bosque apenas se veía, era posible saber que era de día ya que la luz solar alumbraba levemente. No obstante, esta luz ya no se veía cómo antes, y la noche se acercaba con cada segundo que pasaba.

Por ende, la princesa y el chico decidieron que era momento de hacer un campamento, por lo que se pusieron a buscar un lugar donde establecerlo.

—Eso no es gracioso, Kuro. —se quejó la princesa bestia.

—¿Hmm? ¿De qué hablas? —preguntó el chico extrañado.

La princesa miró al chico con una expresión de enojo, pero al ver que este se encontraba a varios metros, se calmó por unos segundos.

—Espera, si no fuiste tu…

La chica dio un leve grito ante la situación, y por un segundo el chico seguía extrañado, hasta que sintió como dos manos tomaron sus pies con fuerza.

—¡Ahh! —gritó el chico del susto, saltando hacia un lado.

Al ver la dirección de donde se encontraba, Kuro pudo ver cómo dos manos completamente blancas pero transparentes, salían del suelo. Las mismas se soportaron del suelo, y comenzaron a hacer fuerza hacia abajo, haciendo que el cuerpo de donde salían se alzara.

Un espíritu comenzó a salir del suelo, aunque el miedo del mismo era su apariencia. Con ropajes rasgados, su apariencia era la de un cuerpo en descomposición, pareciendo un zombie, con la diferencia en que este era transparente.

Sus ojos emitían una luz carmesí, y tan pronto vio al par, comenzó a moverse hacia ellos. No obstante, el espíritu no estaba corriendo ni caminando, si no que estaba en cuatro, arrastrándose por el suelo de forma vertiginosa.

Con lo aterradora que era aquella vista, el chico comenzó a correr en la dirección contraria, viendo cómo la princesa se había quedado congelada por aquel susto.

—¡Elizabeth! —gritó el chico, pero esta apenas dio varios pasos hacia atrás.

Debido a esto, el chico fue a su lado y agarró la muñeca de la misma, comenzado a correr mientras llevaba de la mano a su compañera.

—¿K-kuro? —preguntó con sus mejillas extremadamente rojizas.

Sin hacerle caso a la chica, Kuro continuó corriendo en esa dirección, pero a pesar de cuanto corrieran, el espíritu se podía ver a la misma distancia. Aquellos ojos brillantes se veían a través de la niebla, llenando de terror al par.

—¡Ahí! —gritó la princesa, señalando a una pared de piedra que tenían frente a ellos.

Aparentemente había una colina en aquél bosque, puesto que aquella pared se extendía por todo su campo de visión. Exactamente frente a ellos estaba la entrada a una cueva, y sin pensarlo dos veces no tuvieron de otra más que entrar en ella.

Tan pronto entraron, unas escaleras que parecían infinitas llevaban en descenso al par. Antorchas en ambos lados de las paredes iluminaban la cueva, pero el eco dé sus pasos causaba una atmósfera donde no podían relajarse.

Kuroi Tentai no AkumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora