Niebla

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-Que...¿Qué quieres?-pregunto con un tono de alarma en mi voz.

-Sarah, hay una cosa que debes saber, por eso te he hecho que vengas hasta aquí.-me habla por lo bajo, girando la cabeza para ver si alguien escucha-Es importante.

Me tranquilizo rápidamente. ¿Entoces no pretende asesinarme? Algo de lo que me libro por lo menos.

-¿Qué ocurre? ¿Quién eres?-digo curiosa, mirándole directamente a sus ojos dudosos.

-Yo soy...

No le da tiempo a decir nada más porque una voz le interrumpe inmediatamente.

-¡¿Se puede saber que demonios haces aquí?!-Jackie le chilla, haciendo que se levante sorprendido.

-¿Os conocéis?

¿De qué conoce Jac a este chico? ¿Sabe algo de lo que tenía que decirme?

Jackie titubea, cogida por sorpresa, ni me había visto allí.

-Ojalá no lo conociese, es un cansino de narices-le pega un codazo que casi se cae al suelo-Él...él está obsesionado conmigo, ¡quiere que salga con él!

El chico abre los ojos como platos y vuelve a abrir la boca para hablar, pero Jackie le fulmina con la mirada y él se calla como un niño obediente.

-No vuelvas a molestar a mi amiga, Kevin, a ver si lo entiendes de una vez.

-Pero...

-Ni peros ni nada.

Kevin cambia su expresión confusa a un maliciosa. Sonríe.

-Sarah,-dice él, se acerca hacia mí y, haciendo una breve reverencia, me besa tiernamente la mano-Hasta pronto.

-Jackie-la mira con disgusto-Adiós.

Se da la vuelta y se va, sin mirar atrás ni en un solo segundo. Decido preguntarle a Jac mis dudas.

-Hey Jac,-digo midiendo mis palabras-ese chico decía que tiene algo muy importante que decirme, ¿tú sabes más o menos de lo que quería hablar?

-Ni idea.

Tiene cara de que va a salir corriendo a asesinar a Kevin de un momento a otro, así que decido cortar el tema por lo sano.

-¿Qué vas a pedir?-pregunto extendiendo la carta con brusquedad.

Cambia de expresión e intenta sonreír.

-Mmm, ¿por qué nunca hay langosta en estos lugares?-empieza a reírse-Ah sí, porque ¡este restaurante no merece la pena! Ya se me olvidaba mi enfado contigo, bonita.

-¿Cuándo dejarás de quejarte como una niña de seis años?

-A ver que lo piense-dice pareciendo que está meditando-¡Lo tengo!

Señala la salida.

-Cuando nos marchemos por esa puerta.

-Pues espérate una hora, que yo tengo mucha hambre, no me dejarás sin comer, ¿no?-suelto poniendo ojos de gatito.

-Bueeeeno, tú ganas. Que sea pato a la pekinesa y rollitos de primavera. ¿Y tú?

Niego con la cabeza

-Nada nada, ya he pedido mis platos antes de que llegases. He oído que la especialidad es el arroz tres delicias.

¿Por qué saco el tema? Es como si cualquier cosa que dijera aquel chico mereciera una hora de charla sobre ello, hasta lo más estúpido. Y, ahora que lo pienso, ni siquiera sé como se llama.

Luces del albaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora