Al profesor Duncan siempre se le ocurren ideas estúpidas. Como por ejemplo mandarnos a Alex y a mí a hacer un ejercicio en la pizarra.
Cuando ni siquiera puedo mirarle a la cara como para coordinarnos y hacer un ejercicio conjunto... Pero no tengo ganas de discutir, así que lo acepto sin rechistar.
-Podéis orientaros con el libro en la página 23, sobre los ejercicios que hicimos durante estos días. Ahora coged una tiza que plantearé el problema.
Duncan abre su libro de texto buscando inspiración para inventarse el problema.
Alex espera pacientemente con una mirada tranquila y dócil dirigida a su tiza, que mancha sus manos ligeramente.
No puedo parar de mirarle, de mirar sus manos y que en ellas está esa tijera...
Doy un paso atrás sin darme cuenta. Jonathan me mira extrañado. Alex tiene una expresión dolida. Los demás parecen haberse dado cuenta, menos mal.
Inspiro y me concentro en el lioso ejercicio que está dictando Duncan.
Alex parece entenderlo y enseguida empieza a escribir números en la desgastada pizarra, yo solo observo, estas cosas no se me dan bien.
-Tienes que calcular las atmósferas con los datos que ya te vienen, es fácil, mira-empieza a decir él-. Yo te enseño.
Coge mi libro y pasa las páginas hasta llegar a la indicada. También se hace con un lápiz de mi estuche.
-Aquí te vienen los pasos. Primero tienen que usar los factores de conversión, y luego guiarte de lo que dice aquí -me rodea con el lápiz una tablita y escribe un par de fórmulas al lado- ¿Sabes hacerlo?
Soy incapaz de ponerme mi máscara en estos momentos. Y lo único que me sale en ese momento es encogerme. Buf, me odio a mí misma. Me estoy comportando como antes de conocer a Alan. Como una débil.
-Yo no, no sé...-murmuro tímidamente.
¿Como puedo ser tan ridícula? Estoy a punto de darme de cabezazos contra la pared cuando Alex sonríe. Una sonrisa verdadera, no como esas medias sonrisas seductoras que se dedicaba a enseñar a todo el mundo.
-Pareces otra persona. Y la misma a la vez.
Parpadeo. No sé que decir. El profesor Duncan ya responde por mí.
-¿Podéis dejar de hablar y hacer el ejercicio?
-Valeeee -respondo yo, asqueada.
Alex se pone mirando a la pizarra de nuevo, y se enfrasca en el problema, mientras que yo miro mi libro buscando un milagro que me ayude a entenderlo. Veo lo que ha apuntado Alex. Un montón de formulas y dos palabritas sueltas. '¡Ánimo, Sarah!' Le miro. Nada. Sigue ahí escribiendo. Suspiro. Cada vez se me hace más difícil entenderle...
Escribo las formulas que había apuntado él en la pizarra y me concentro todo lo que puedo. No entiendo mucho, pero al menos lo intento. Cuando creo haberlo solucionado, observo al señor Duncan, que está enseñando a los demás un nuevo punto del tema. Me da cosa decirle que me lo corrija, ¿y si está mal?
Doy dos toquecitos en el brazo izquierdo a Alex, que está desarrollando la segunda parte del ejercicio.
-¿Está bien?-le pregunto, sin dejar de mirar a la pizarra.
Como sigo mirando la pizarra no se como reacciona, pero oigo una dulce risita, lo cual me mosquea un poco.
-Está perfecto, solo que puedes simplificar aquí-señala el resultado final-. ¿Ves?
-¿En serio lo tengo bien?-pregunto asombrada.
Asiente.
-SEÑOR DUNCAN, TENGO BIEN EL EJERCICIO, ¿VERDAD?-preguntó medio gritando, intercambiando sonrisitas con Jonathan.
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Luces del alba
Teen FictionMi vida. Para muchos una vida perfecta. Me llamo Sarah Hale. Soy atractiva. Soy popular. Soy capitana del equipo de animadoras. Y mi nuevo novio es el chico más codiciado de todo el Jackson Memorial, Jonathan Walker. Las clases acaban de empezar y y...