Capítulo 22

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Antes de empezar a leer, recuerden:

Esto es un drama psicológico, ¡No un cuento de hadas!

PD: Debido al contenido de este capítulo, he tenido que recortarlo y dejar fuera al Yoonmin (les daré exclusividad en el capítulo 23).







Por primera vez desde que se conocieron y eran amigos, Taehyung no tenía ganas de ver a Jimin; no si eso implicaba lastimar a Jungkook y hacerle sentir insignificante, y peor aún, empeorar las inseguridades que Jungkook había confesado sentir por causa de Jimin.

Y aunque Jungkook no le había pedido que lo hiciera, para Taehyung era claro que debía marcar una distancia con Jimin, si no quería que la confianza que habían construido entre ellos se resquebrajara.

Entonces, Taehyung tomó una decisión inesperada, algo que nunca imaginó que haría: Le diría a Jimin que se fuera.

Así que abandonó la habitación después de tranquilizar a Jungkook y se dirigió hacia la sala. Al llegar, se recargó en el umbral y miró hacia el interior, donde Jimin estaba sentado en un sofá junto a la ventana, sin saber el impacto que su llegada había tenido.

Mientras lo observaba, Taehyung cruzó los brazos sobre su pecho y ladeó la cabeza ligeramente, pensando «Ay, Jimin, si me alejo, ¿cómo voy a asegurarme de que no te escapes de mí?»

Jimin permaneció ajeno a su presencia, absorto en la vista que se extendía más allá de la ventana, completamente inmóvil. La luz del día se deslizaba lentamente por la habitación, envolviendo su rostro relajado en un cálido resplandor. Sus ojos, perdidos en la distancia, parecían contener un mundo de pensamientos y emociones, y su boca se curvaba ligeramente hacia abajo, en un gesto de profunda concentración.

En ese momento, Jimin parecía una estatua de porcelana perfectamente esculpida, con cada línea y cada curva en su lugar exacto. Pero si Taehyung lo miraba con atención, podía descubrir las grietas ocultas.

Había pequeñas fisuras que se extendían por el rostro de Jimin, como una red de venas rotas, revelando la fragilidad que se escondía detrás de un pasado marcado por heridas acumuladas. La tensión en sus hombros, la inmovilidad en su cuello, todo en Jimin parecía estar sostenido por un hilo muy fino, como si un solo movimiento pudiera hacer que todo se desmoronara.

Y en ese estado de vulnerabilidad extrema, cualquiera podría llegar y soplar sobre Jimin, tan frágil como una hoja seca en otoño que se desintegra con el viento.

Jimin era un blanco fácil para cualquier persona que buscara aprovecharse de su debilidad. Un solo gesto, una sola palabra, podría ser suficiente para hacer que se derrumbara, era como si estuviera envuelto en una aura de indefensión que atraía a los depredadores.

Taehyung sabía que la fragilidad de Jimin era un regalo para aquellos que sabían cómo aprovecharla, y él era uno de ellos.

Con pasos lentos y deliberados, se acercó a Jimin con una sonrisa que parecía más una mueca de desprecio, sus ojos entrecerrados y brillando con una luz fría que apenas disimulaba su intención oculta: explotar el lado más susceptible de Jimin.

Y bueno, si Jimin quería su atención, Taehyung se la concedería, como siempre había hecho.

«Veamos qué tan bien amaestrado lo tengo». Taehyung se permitió una sonrisa interna mientras se paraba frente a Jimin, cuya mirada curiosa no detectó nada anormal en su actitud.

Tus huellas sobre el hielo ✓ [ Parte I y II ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora