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No era tan tarde cuando Alyssa despertó, el aroma a chocolate caliente pegó en sus fosas nasales, la pequeña sabía perfectamente qué significaba, vendría Cedric a casa.
Inmediatamente se paró de la cama, y aún con camisón, salió de su habitación a toda velocidad, bajando las escaleras de su hogar. Stella estaba sentada en su sofá con una taza de chocolate caliente, viendo hacia la chimenea.
—¡Mami! ¿Ya llegó?—Preguntó Alyssa hipercontenta.
Los ojos de Stella se hicieron pequeñitos mientras que le daba una sonrisa triste a su pequeña.
—Al parecer no vendrá hoy, cielo—La ojiazul bajó la mirada, triste por lo sucedido—Ven aquí—Stella golpeó su regazo, indicando a la pequeña que se sentara con ella.—Linda, quiero que tengas algo muy en claro.
—Dime, mami—Dijo con dulzura.
—Si yo algún día me voy, jamás perderás contacto con Cedric, de acuerdo? Son hermanos, y los hermanos deben estar unidos.
—¡Te lo prometo! Jamás me alejaré de Ced, es mi persona favorita en el mundo—Respondió con inocencia la pequeña Alyssa de en ese entonces 6 años de edad.—Mami... Tú ni te vas a ir, verdad?
—Te acompañaré toda la vida, Lyssa.
Alyssa abrió los ojos rápidamente y dejó salir un gran suspiro agitado, se encontraba en el gran comedor, con alumnos a su alrededor estudiando.
—Dios...—Exclamó para sí misma. Aquel sueño, que más bien era un recuerdo, pasaba concurridas veces por la mente de la pequeña.
Un golpe sonó en la madera, sacando a Alyssa de cualquier pensamiento que cruzara por su mente.
—Mh?—Dijo ella, con voz adormilada.
Lentamente empezó a subir la mirada, dejando ver a aquel chico que le robó suspiros durante todas las vacaciones de invierno, aquel que la hacía colorarse tanto como un tomate.
Theodore Nott.
—Oh, si estabas dormida puedo venir en otro momento—Dijo apenado.
—¡N-no! Estoy... Despierta—Respondió nerviosa.
—¿Puedo?—Apuntó al asiento frente a ella, asintió con lentitud—Me alegra verte.
—¿De verdad?—Preguntó en un inevitable caso suspiro, sacándole una risita al ojiverde.
—S-sí... Digo, verte siempre es grato, pero tenía mucho sin verte, quiero decir, grato suena muy formal, pero es cierto, verte se me hace lindo, no quiero decir que no pueda vivir sin verte, bueno, puede que un poco—Theo empezó a ponerse colorado, sacándole una gran sonrisa a Alyssa. Los profundos hoyuelos de Theo se marcaron más, sus ojos estaban muy abiertos.
—También me hace feliz verte... Es lindo.
Ambos niños se quedaron en silencio, viéndose a los ojos por un largo tiempo sin decir nada, sin nada de maldad... Sólo ellos.
