Capítulo 26

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Ese sábado, Rubius grabó y edito un vídeo durante toda la mañana y gran parte de la tarde. Se divirtió mucho, rió, y le sirvió para dejar de pensar en sus sentimientos no correspondidos. Eso era lo que más le gustaba de grabar vídeos, que le permitían olvidar sus problemas durante unas horas, y darse unas cuantas risas. Lo mismo que le decían sus criaturitas, le pasaba a él. Sus vídeos y el cariño de la gente le permitían sonreír aunque tuviese el corazón destrozado.

La conversación con Alexby y Eva le habían hecho pensar mucho en su situación actual. Si seguía así, no llegaría a nada. Ya había intentado olvidar a Amira, pero no podía. No sabía por qué, pero no podía olvidarla... todo en ella era tan perfecto... ¡Mierda! Si seguía con ese pensamiento jamás la sacaría de su mente. Acostarse con otras mujeres estaba descartado desde el viaje que hizo con Mangel al Ultra. Además, por alguna extraña razón no tenía ganas de seguir así con su vida "de barcos y putas" como había dicho Alexby. No. Quería calmarse.

Cuando terminó de editar y dejó el vídeo subiendo, decidió ir a ver a Amira. ¿Por qué? No lo sabía. Solo... solo quería -necesitaba- verla una vez más. Salió de su apartamento y subió las escaleras. Al llegar al piso de Amira, oyó el piano. Era una melodía triste, cuya interpretación era aún más dolorosa.

Rubén se sentó en el suelo, junto a la puerta, cerró los ojos y se dedicó a escuchar. Imaginaba a Amira frente a su piano, tocando con fuerza y suavidad las teclas, en una armonía perfecta. Podía imaginar su rostro, su tristeza. No había pasado más de una semana desde que había perdido a su hijo. Aún debía estar destrozada. Y él, mientras tanto, no podía dejar de torturarse pensando en un futuro junto a ella. Un futuro que era prácticamente imposible que sucediera.

Cuando la canción parecía terminar, el piano dejó de escucharse. Rubén abrió los ojos lentamente. Entonces, una nueva melodía llenó el lugar. Era más alegre, aunque tocada más lenta de lo que él estaba habituado, entonces una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios mientras comenzó a susurrar al ritmo de la melodía.

-Su-su-suscribete y dale a like si quieres, su-su-suscribete y dale a like si quieres ni ni no ni no ni no ni no ni ni ni ni no ni.

Amira tocó la canción de Zelda que él usaba en sus vídeos. No podía ser casualidad. Ella ahora veía su trabajo en youtube, lo veía a él, y se había dado el tiempo de aprender la canción. Rubén no sabía qué podría decirle eso, pero ahora necesitaba más que antes ver a Amira.

Se puso de pie y tocó el timbre. El piano dejó de sonar, y a los pocos segundos, Amira abrió la puerta. Se sorprendió al ver a Rubén, y sus mejillas se tornaron algo escarlatas.

-Amira...

-Rubius, no deberías estar aquí -lo interrumpió la chica. Rubén la miró extrañado.

-Pero qué dices, ¿por qué, he hecho algo malo?

-Rubén, yo... -Amira no sabía que decir. No podía confesarle que tenía sentimientos hacia él, y que luchaba por no tenerlos. No podía decirle que tenerlo tan cerca y a la vez tan lejos la atormentaba. Rubén no podía saber que ella habría abandonado a su marido para escaparse con él, si su conciencia y su religión no se lo permitieran. No podía ni siquiera decírselo a ella misma, y por eso, no podía decirle nada a él.

-¿Amira, quién es? -pregunto Eleazar desde dentro del departamento. Amira miró con tristeza a Rubén, mientras él bajó la mirada hacia un lado.

-No... no es nadie... se equivocaron -dijo Amira bajando igualmente la mirada y cerrando lentamente la puerta, aunque en el último segundo antes de dejar de ver a Rubén, alzó los ojos y se encontró con la clara mirada del chico. Su corazón latió más rápido y terminó de cerrar.

Por alguna extraña razón, Rubén sintió que algo había acabado entre ellos. Cuando Amira cerró la puerta, y ese último encuentro de miradas, le daba la impresión de que nada sería igual. Algo se había roto entre ellos. Algo que nunca había existido.

La vecina del Rubius [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora