Capítulo 09

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Rubén y Amira decidieron entrar en un pequeño café que quedaba cerca del edificio. Se sentaron y ambos pidieron unos jugos naturales.

-Bueno... ¿por qué habías venido a mi apartamento esta mañana? -preguntó Rubén cuando ya los habían atendido.

-Oh, eso. Bueno... le hablé a mi familia sobre ti, y mi hermano menor te conocía. Fue bastante gracioso cuando gritó "¡no puede ser, mi hermana conoce al Rubius!" y, no lo sé, casi se pone a llorar de alegría. Y pues nada, quería contártelo.

-Hala, no sabía que tenías hermanos.

-Sí, somos cuatro. Yo soy la mayor, luego viene mi hermana Hadassa de veinte años, mi hermano Yair, de diecisiéis y Kerem, de catorce y tu más fiel admirador -rió Amira.

-Pues si quieres, algún día puedes traer a tu hermano a mi casa -dijo Rubén sonriendo. Amira le sonrió de vuelta.

-Cuando le diga le va a dar un ataque o algo.

-Oye, disculpa otra vez por lo de esta mañana... por la chica y eso -susurró Rubén.

-Oh, no te preocupes por eso -respondió Amira con una triste sonrisa- eres joven y puedes hacer lo que quieras. Aunque...

Pero Amira no siguió la frase.

-¿Aunque qué? -insistió Rubén. Amira lo miró y se mordió el labio, no sabía qué quiería decirle al chico, no podía reprocharle nada, él era libre de estar con las mujeres que quisiera.

-Pues... no abras la puerta cuando estés semi desnudo -dijo la chica volviéndose a sonrojar. Rubén sonrió y negó con la cabeza.

-Está bien, no lo haré. Oye, y para que no llegues de improviso, podría darte mi móvil, así me avisas cuando vengas a mi apartamento, o si necesitas algo.

-Claro, me parece estupendo -sonrió Amira. Al instante intercambiaron sus números.

-La canción que sonaba en el piano, ¿la tocaba ese pequeño niño? -inquirió Rubén.

-¡Estabas oyendo! -exclamó Amira. Rubén asintió con la cabeza-. Bueno, la primera parte sí la tocó él, y luego tocamos en conjunto. Él la melodía base, que es más fácil y yo el acompañamiento.

-Sonaba fantástico -dijo Rubén sinceramente- me gustaría escucharte nuevamente.

Amira sonrió halagada. Continuaron conversando cerca de dos horas, hasta que Amira miró su móvil y se sobresaltó por lo tarde que era. Volvieron al edificio, se despidieron en el piso de Rubén y cada uno fue a su apartamento. Rubén entró al suyo y cerró la puerta tras de sí.

No podía dejar de pensar en lo estupenda que fueron esas horas con Amira. Mierda. Y solo esa noche, aparentemente porque no recordaba nada, se había acostado con esa chica rubia. Joder. No podía ser, de verdad le estaba gustando Amira.

La vecina del Rubius [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora