Eran las nueve de la mañana, y Rubén ya se había despertado, duchado y arreglado. Había ordenado el desastre que el día anterior dejó con sus amigos y las asquerosas grageas. Estaba tomando desayuno y mirando la televisión.
Cada cierto tiempo miraba su móvil para checar la hora. Los dulces que le había traído Amira estaban deliciosos. Tardó unos quince minutos en desayunar, se levantó y lavó todo. Tenía listo el recipiente de plástico de su vecina, solo esperaba que la chica llegara.
Decidió esperar jugando algo en la Xbox. Super Smash Bros fue su elección, y sin darse cuenta, pasó casi una hora y media jugando. Cuando terminó (y ganó) el juego, volvió a ver la hora en su móvil. Eran las once menos veinte.
-Joder, ¿a qué hora llegará esta chica?-preguntó Rubén mirando a Raspy que estaba junto a él. La gata dio un maullido- No es que la esté esperando, solo... Ah, que no te tengo que dar explicaciones a ti, gata.
Rubén se puso de pie y fue a su habitación. Hostia puta, se había levantado tan temprano para nada, la hebrea parecía burlarse de él al no llegar. El chico se tiró en la cama con las manos bajo la cabeza y cerró los ojos.
Luego de lo que le pareció unos pocos segundos, se despertó sobresaltado con el sonido del timbre. Se levantó y fue a abrir la puerta. Por fin Amira aparecía. Llevaba un vestido rojo oscuro y un velo café claro.
-Shalom. Siento llegar tan tarde, Rubén -dijo Amira inclinando la cabeza a modo de disculpa.
-Qué va, no te preocupes, Amira -respondió Rubén con una sonrisa. Por alguna razón, ese enojo que había sentido, se desvaneció al ver a la chica.
-Bueno, a lo convenido, Rubén. Vengo a buscar mi recipiente -dijo Amira.
-Claro. Pasa, pasa. Estás en tu casa -dijo Rubén dejándola entrar. La chica titubeó un momento, pero entró al apartamento. Se fijó que no estaba muy decorado. Bueno, el chico acababa de mudarse hacía pocos días.
-¿Te gustaron los blintzes? -preguntó Amira.
-Estaban deliciosos, nunca había comido de eso antes -respondió Rubén buscando el recipiente. Dio un vistazo y se dio cuenta de que Amira seguía de pie -Puedes sentarte, si quieres.
Amira asintió con la cabeza y se sentó en el sillón. Rubén se sentó junto a ella y le pasó su recipiente. Miró su móvil. Era más de medio día.
-¿Y por qué tardaste? Ibas a venir en la mañana -dijo Rubén con fingido reproche.
-Lo siento, lo siento. Es que olvidé que hoy tenía un alumno -dijo Amira.
-¿Un alumno?
-Sí. Ah, claro, no te había dicho. Hago clases de piano.
-¡Hala, cuánto mola! -exclamó Rubén -o sea que eres pianista.
-Sí, bueno. Antes era más pianista. Iba a concursos y todo. Ahora solo hago clases.
-¿Y podría oírte tocar algo?
-¿Tienes un piano? -preguntó Amira con sorpresa.
-No, no -rió Rubén -pero podría ir a tu casa a oírte, ¿no crees?
Amira se mordió el labio inferior y y frunció un poco el ceño.
-La verdad es que no es bien visto por mi gente que un hombre vaya a la casa de una mujer cuando ella está sola -dijo Amira con algo de tristeza.
-Oh. Vale. No pasa nada -respondió Rubén.
-Bueno, ya sabes lo que hago para vivir, pero aún no sé qué haces tú -dijo Amira mirando a Rubén a los ojos.
-Pues... yo... ¿No me reconoces? -preguntó Rubén.
Amira alzó una ceja y negó con la cabeza. Eso era algo que poco ocurría, casi toda la gente que conocía ya lo habían visto antes.
-Pues yo me gano la vida jugando videojuegos y subiendo vídeos a YouTube -dijo Rubén.
-Que entretenido -sonrió Amira - ¿Y te va bien?
-Pues sí, soy bastante conocido.
-¿Qué edad tienes, Rubén?
-Veinticinco. Y por favor, llámame Rubius. Así me dicen mis amigos.
-Jaja, no sabía que éramos amigos -rió Amira.
-Ya lo estamos siendo -sonrió Rubén -así como luchar juntos contra un troll convierte a la gente en mejores amigos, quedar atrapados en un ascensor también los hace más cercanos.
-¡Ey! Eso es de Harry Potter. Yo amo la saga -dijo Amira entusiasmada.
-A mí también me encanta -chilló Rubén.
Ambos rieron porque parecían adolescentes.
-¿Y tú qué edad tienes, Amira?
-Veintitrés.
Amira miró su móvil y se sobresaltó.
-Ya debo irme Rubén, digo, Rubius -dijo la chica poniéndose de pie. Rubén la imitó y la acompañó hasta la puerta -Fue muy agradable estar contigo.
-Lo mismo digo. Deberíamos juntarnos otra vez -comentó Rubén.
Amira solo le sonrió antes de salir por la puerta.
-Ya nos veremos. ¡Shalom! -dijo la chica y se fue. Rubén la miró hasta que se perdió escaleras arriba.
Rubén cerró la puerta sin dejar de sonreír. Ya conocía un poco más de su vecina, y debía aceptar que cada vez le agradaba más.
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La vecina del Rubius [Finalizada]
FanficRubén Doblas, más conocido como el Rubius se cambia a un nuevo departamento en el centro de Madrid. Allí conoce a Aleph Amira, su joven vecina judía, que además es pianista, de la cual, sin quererlo y poco a poco, Rubius se enamora. Pero hay un gran...