Capítulo 20

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¿Cuánto tiempo había pasado desde que se había mudado? Poco más de cuatro meses. Joder, cuántas cosas habían pasado en ese tiempo. Casi cuatro meses que conocía a Amira, y a pesar de que se había propuesto olvidarla, no podía evitar seguir pensando en ella cada día. Aunque desde que la salvó de ese hombre extraño que no la veía. Pero quizás era mejor así. Podría olvidarla más rápido.

Su rostro siguió hinchado un par de días por el golpe, por lo que tuvo que contar en un vídeo lo que había pasado, aunque sin que él quedara como un héroe. Le hizo mucha gracia leer a tantas chicas en Twitter escribirle que le darían cariño con tanto gusto. Aunque él solo quería el cariño de una mujer que ya le había roto el corazón sin querer...

Esa tarde, Rubén se quedó en su apartamento. Mangel lo había invitado a una fiesta, pero no tenía ganas de ir, solo quería estar con sus gatos. Estaba en el sillón jugando con un láser, haciendo que sus gatos lo persiguieran cuando sonó el timbre. Rubén se puso de pie pesadamente y fue a abrir, aunque ya se imaginaba quién era.

Y efectivamente, al abrir la puerta, Amira estaba allí.

—Shalom, Rubius —saludó la chica.

—Amira, cuánto tiempo —dijo Rubén sonriendo— ven, pasa.

Amira le sonrió de vuelta y entró. Se sentó en el sillón y acarició a los gatos.

—Qué te trae por mis tierras —dijo Rubén.

—¿Recuerdas que mi hermano quedó finalista del concurso de violín? Pues en dos semanas es la final, y como está entre los primeros ¡Ya le han ofrecido algunas becas para estudiar violín! ¡Estoy tan contenta!

—Hala, eso es genial. Se lo merece, toca estupendamente... Al igual que tú.

Amira le sonrió como respuesta.

—Me gustaría mucho que fueses a ver la final también —dijo la chica.

—Pues claro que sí, dalo por hecho.

Amira sacó la entrada de un bolsillo de su falda.

—Es igual que la vez anterior. Les muestras esto y entras.

—Lo que me recuerda que hace mucho que no voy a sentarme fuera de tu apartamento para escucharte tocar piano —dijo Rubén, haciendo que Amira riera.

—Pues debes apurarte. Después del concierto de mi hermano ya no creo que siga tocando por un buen tiempo.

—¿Qué? ¿Por qué? Si tocas fenomenal.

—Oh... es que... —Amira comenzó a decir nerviosa— no... no te lo había dicho. No tendré mucho tiempo porque... porque estoy... estoy embarazada.

Rubén sintió nuevamente como si alguien le golpeara en el corazón, y luego un vacío en su pecho. Por qué siempre era así con Amira. Estaban bien y de pronto ella daba una noticia tan normal para ella y tan terrible para él.

—Hala... en... enhorabuena, Amira. Me alegro mucho —mintió Rubén. Por su puesto que no se alegraba. Solo tenía ganas de mandarlo todo a la mierda.

—Gracias. Estoy tan contenta. Quizás este hijo arregle mi relación con... —pero Amira no terminó la frase. No podía ventilar que su matrimonio no era feliz. Aún así, cada palabra de la chica era como una puñalada para Rubén.

—Amira, no quiero parecer grosero, pero tengo muchas cosas que hacer —volvió a mentir Rubén.

—Claro, claro. No te molesto más —Amira se puso de pie, y ambos se dirigieron a la puerta— Espero verte en el concurso. Nos vemos en un par de semanas ¡Shalom!

—Amira, espera...¿Cuántos... cuántos meses tienes?

—Unos dos meses y medio —respondió la chica sonriendo. Luego se despidió con la mano y se perdió escaleras arriba.

Rubén cerró la puerta. No sabía qué pensar. No podía enojarse con la chica, si estaba casada, era normal que eventualmente se embarazaría. Pero aún así... le dolía. Es como si antes hubiese tenido una pequeña esperanza, pero ahora que Amira tendría un hijo, sentía cómo la mínima oportunidad que él creía poder tener con ella se le escapaba entre los dedos. Y no podía hacer nada.

La vecina del Rubius [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora