Mangel y Rubén estaban tirados en una de las camas del hotel. Aún no iban a Ultra y ya estaban cansados. Ese día fueron a muchos lados e incluso dispararon un par de armas de verdad, y eso les moló mucho. Pero luego de toda esa aventura y de prácticamente recorrer la ciudad a pie, estaban cansados.
-Jodéh, Rubiúh, quisiera no moverme de aquí hasta mañana -dijo Mangel con voz cansina.
-Yo tampoco, pero ya le dijimos a ese gringo que saldríamos a beber algo -respondió Rubén suspirando.
-Sí... Oye, ¿y qué tal te va con la chica judía? -preguntó Mangel incorporándose para ver mejor a su amigo.
-No sé a qué te refieres -respondió Rubén haciéndose el desentendido.
-Te conohco, Rubiúh. Yo sé que la chica te gusta, no me lo puedes negar.
--Mierda, Mangel, deja de ser un puto adivino -rió Rubén-. Okay, okay, admito que la chica me gusta un poco, pero ya sabes... No me quiero enamorar...
-Ay, mi Rubiuh, no puedeh tener ese pensamiento toda la vida solo porque tu última novia te hizo sufrir. Debeh madurar, coño, enfrentar tuh miedoh.
-Hala, Mangel, pareces revista de adolescentes. Pero ¿sabes? Tengo la sensación de que este sentimiento es algo pasajero -dijo Rubén colocando las manos bajo su cabeza.
-Mmmm... Mira, si fuera pasajero, te podríah acohtar con cualquier mujer y olvidar a tu vecina -reflexionó el andaluz.
-Tienes razón. Buscaré a alguna tía buenorra, me la tiro y así olvidaré a Amira -respondió Rubén.
-Pero si no la olvidah, tendráh que decirle que la quiereh. ¿Vale?
-Vale, vale. Aunque estoy seguro de que llegaré a mi casa sin una pizca de sentimientos por ella-dijo Rubén con voz segura. Mangel lo miró y sonrió de lado. "Ya veremoh".
Un par de horas después, estaban en un bar junto a un chico inglés y otro alemán, bebiendo copas enormes de licores con nombres difíciles. No les costó mucho a ninguno de loa cuatro encontrar a una mujer fácil. Ya emparejados todos, continuaron bebiendo y riendo hasta muy de madrugada. Rubén y su chica fueron al hotel donde se hospedaba el noruego, y lo que pasó esa noche, ninguno de los dos lo recordaba la mañana siguiente, pero despertar sin ropa y acostados en la misma cama, les dio una clara idea de lo que había sucedido.
La chica se vistió rápido, y sin mirar atrás, salió del apartamento. Rubén se quedó acostado, en silencio, con las manos bajo la nuca. Suspiró una vez. Mangel tenía razón, no importaba lo que hiciera, siempre terminaba pensando en Amira. Es más, Rubén deseaba que fuese ella quien despertase a su lado, y no la chica extraña.
-Joder, joder, joder -susurró Rubén tapándose el rostro con las manos.
Una media hora más tarde, estaba tomando desayuno, y apareció Mangel, con la misma cara de resaca que la de él. Su amigo se sirvió café y se sentó junto al rubio.
-¿Qué tal te fue anoche? -preguntó Mangel.
Rubén se mordió el interior de la boca antes de contestar.
-Mierda, Mangel, tenías razón. Me gusta mucho Amira.
-¿Ves? Ahora lo único que debeh hacer es decírselo -lo animó su amigo con una sonrisa.
-Pero... ¿Y si me rechaza?
-Te rechaza y lihto. La olvidah y ya ehtá. No te aproblemeh, Rubiúh. Si te rechaza te será máh fácil olvidarla que si no le diceh nada y te quedah con la duda.
Rubén asintió con la cabeza. Era verdad, prefería ser rechazado rápidamente a estar ilusionándose por nada. Aunque también existía la posibilidad de que Amira no lo rechazara. Uno nunca sabe lo que esta caprichosa vida nos depara.
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La vecina del Rubius [Finalizada]
FanfictionRubén Doblas, más conocido como el Rubius se cambia a un nuevo departamento en el centro de Madrid. Allí conoce a Aleph Amira, su joven vecina judía, que además es pianista, de la cual, sin quererlo y poco a poco, Rubius se enamora. Pero hay un gran...