Capítulo 14

549 37 5
                                    

Rubén abrió dolorosamente los ojos. Desde que supo que Amira estaba casada que no salía del apartamento más que para comprar cervezas y alguna comida chatarra. Tampoco se había duchado. Nada parecía valer la pena para él.

Se sentó en su cama y fue a buscar algo que le matara el hambre. Al abrir la puerta de la cocina, se encontró frente a frente con Amira.

-Mierda, si estás aquí, quiere decir que sigo durmiendo -se quejó Rubén.

-No. Estás despierto -dijo Amira, seria. Rubén abrió mucho los ojos. De verdad Amira estaba en su casa.

-Qué haces aquí, joder. No te quiero en esta casa -dijo Rubén bruscamente.

-Me preocupé por ti. No me has llamado, no has subido vídeos, nada -respondió Amira.

-No te pedí que te preocuparas por mí. Déjame vivir mi vida como yo quiera, ¿vale?

-No puedo hacerlo si eso implica que te harás daño, Rubius -dijo suavemente Amira acariciando el rostro del chico. Rubén cerró los ojos.

-No hagas eso Amira, por favor -dijo el chico con tristeza. Amira bajó su mano y volvió a lo que estaba- ¿Qué haces?

-Ordeno y limpio un poco. No puedes vivir en este estado, Rubius -contestó la chica.

-Joder. No lo hagas, Amira. Por favor, no quiero que estés aquí.

-Pero Rubius... -antes de que Amira pudiese agregar nada, Rubén salió de la cocina y fue a sentarse a la sala, que estaba limpia y ordenada. Amira fue tras él- Rubius, por favor, no quiero verte así...

-Amira, por favor, deja de ser tan buena y linda conmigo. Por favor. Lo único que quiero es poder odiarte, pero así no puedo.

Amira abrió mucho los ojos.

-¿Qué? ¿Por... Por qué dices eso? ¿Qué te he hecho, Rubius? -dijo Amira con un hilo de voz. Realmente le dolieron las palabras del chico.

-Amira. ¿Por qué no me dijiste que estabas casada?

-Porque es obvio. Las casadas usamos velo, ¿qué mayor signo para demostrarlo?

-¡Pero yo no soy judio, coño! ¡No lo sabía!

-Pero esto qué tiene que ver con...

-¿Es que no lo ves, Amira? Me gustas. Me gustas mucho, más de lo que podrías imaginar. Y enterarme así de que estás casada, me destrozó.

Amira se quedó en silencio.

-Rubius, yo... Yo puedo ser tu amiga...

-¡Pero no quiero eso! Joder ¿no lo entiendes? Me duele tenerte cerca.

Amira se acercó más a Rubén y tomó una de sus manos.

-Rubén, los momentos que paso contigo son geniales, y a veces quisiera... -Amira se interrumpió a mitad de la frase. No podía decir lo que pensaba, no podía si quiera pensar en que le gustaría no haberse casado- Pero yo ya sellé mi futuro junto a Eleazar, hace ya tres años. Lo único que puedo ofrecerte es mi amistad. Y como amiga tuya siempre me preocuparé de ti, y velaré por tu bien. Si quieres que me aleje, lo haré, pero por favor no me odies, que eso me duele mucho.

-A mí también, Amira, pero más me duele quererte. Siento como si no pudiese ser feliz, como si el destino se coludiera para que siempre tenga motivos para sufrir. Dios debe odiarme -dijo Rubén mientras una lágrima se le escapaba.

-No digas eso. Dios no nos da pruebas que no podamos superar, y estoy segura de que tiene algo maravilloso para ti. Siempre después del sufrimiento viene el gozo.

-No lo sé, Amira. Lo único que sé es que quiero estar solo.

-Rubén -dijo Amira acariciandole el rostro- no me puedes pedir que me aleje de ti en este momento, porque todo es muy reciente... pero mira, en un par de semanas mi hermano y yo tocaremos en un concurso. Si de verdad no quieres verme nunca, no vayas a vernos. Y te prometo que jamás volveré a acercarme a ti. Pero si vas, será porque has decidido que nuestra amistad podrá seguir.

Rubén asintió con la cabeza. Amira le acarició suavemente la mejilla. Luego se puso de pie, sacó un papel de su bolsillo, lo colocó sobre la mesa y salió rápidamente del apartamento, sin poder reprimir un sollozo.

La vecina del Rubius [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora