Capítulo 28

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-Entonceh no haráh nada.

-Exacto.

-Te dah por vencido.

-Yep.

-Ereh un gilipollah.

-Puede ser, pero ya no hay nada más que pueda hacer.

Rubius y Mangel estaban sentados en el sofá de Rubén, jugando Super Smash Bros. Rubén le acababa de contar a su amigo que Amira se había despedido, que ya no se volverían a ver.

-Eh que no lo entiendo. Sabeh que ella no es feliz, tú puedeh hacerla feliz y aún así la dejahte ir...

-No la podía obligar, Mangel. Ella decidió quedarse con el otro parguelas. No me voy a amargar la vida por eso, ¿sabes?

Mangel lo miró con suspicacia. Sabía que su amigo en el fondo tenía el corazón roto y sufría, aunque se lo negara.

-¿Y qué vah a hacer ahora?

-Seguir con los vídeos, como siempre...

-Anda, Rubiúh, que sabeh a lo que me refiero.

-No lo sé, Mahe. Supongo que no enamorarme nunca más de otra mujer. Todas y cada una de las que he querido me ha roto el corazón.

Rubén dejó el mando a un costado y se puso las manos en la cara. Era frustrante, la verdad. Cada novia que tuvo, cada chica que quiso terminó haciéndole daño.

-¿Seguiráh de flor en flor? Siempre diceh que eso no da dolor.

-No lo creo. No quiero ver a ninguna mujer nunca más.

Rubén levantó la mirada y la dirigió a su mejor amigo.

-Las mujeres me tienen hasta la polla.

Mangel apoyó su mano con suavidad sobre el hombro de su amigo.

-Ay, Mahe. Tú sí me entiendes. Eres el único en el que puedo confiar y tal.

Rubén se acercó un poco a Mangel antes de seguir hablando.

-Ojalá Rubelangel fuera real.

Mangel alzó las cejas y se echó a reír.

-Lo siento, Rubiúh. Pero yo tengo novia. Sabeh que haría cualquier cosa por ti, pero bueno... Hay límiteh...

-Joder, Mangel, si estaba de coña -rió Rubius. Luego volvió a ponerse serio- pero eso de que no me voy a enamorar va de deveritas.

-Prométeme que no te vah a echar a morir como la última vez.

-Vale, vale.

Continuaron jugando otro rato más. Los corazones rotos es difícil reponerlos, sobre todo cuando han sido dañados una y otra vez. A veces pensamos que no merecemos lo que nos pasa. Rubius lo pensaba. ¿Por qué siempre terminaba sufriendo? Él no le había hecho nada a nadie... o eso creía. Tantas mujeres con las que había estado y desechado, quedaron heridas también, y sin saberlo, Rubén estaba purgando esas culpas con su dolor. Pero no era el único que sufría. Amira también sentía dolor en su corazón. Quedaba solo un día para irse definitivamente de Madrid. La vida le había regalado buenos momentos, y ahora debía abandonar todo. Pero como sabemos, lo único predecible del destino, es que es impredecible.

La vecina del Rubius [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora