Capítulo XLII

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    Cuando Shaedi vio a Cian en el recibidor de su casa de modas, se le paralizó el cuerpo. Él se veía entretenido, observando los trajes para hombres, aunque dudaba que su motivo de estar allí fuera el hacerse un conjunto. Respiró hondo antes de que notara su presencia y agradeció a todas las deidades del mar porque Esther estaba en el piso superior con Zéphyrin; la chica había llegado destrozada y aún no lograban sacarle el porqué.

    —¿Buscas algo en particular, Cian? —se hizo presente y notó que no estaba sorprendido, la había sentido y agradeció de nuevo a Esther por haberle impedido que entrara a su mente. Notó su mirada de reojo, sus ojos azules que resaltaban más por culpa de su cabello negro, y no pudo evitar pensar en que Joshua debía de estar al volver y no le haría feliz ver a Cian por ahí—. Si no viniste por nada en particular, deberías irte, Josh está a punto de llegar.

    —¿Aún sigues con él? —inquirió con cierto tono divertido y su media sonrisa de burla incomodó a Shaedi. Uno de los mayores defectos de Cian era el juzgar a las personas, era tan bello como un dios bajado del Olimpo pero ese pequeño detalle lo volvía detestable cuando salía a relucir.

    —Las personas cambian.

    —Ya... Al menos pensé que cambiarías por... ¿Algo más que un humano?

    —¿Por un ángel tal vez? —le preguntó con molestia, en momentos así se cuestionaba qué le veía Esther, pero a quién engañaba, ella también había caído bajo los encantos de Cian; aunque no hasta el mismo punto.

    —Pensé que eras más exigente.

    —¿Viniste aquí solo a molestar? Porque casi es media noche y estoy ocupada.

    Cian hizo un ademán con la mano en negativa. —En absoluto, ya no me interesa a quién metes entre tus piernas.

    «Porque estás enamorado de Esther y el mundo te va a dar duro en la cara cuando sepas quién es. Lo único que me duele es que ella no merece sufrir por ti» pensó y agradeció una vez más que no pudiera oírla.

    —¿Qué quieres? —preguntó áspera, con ganas de deshacerse de él.

    —Quería saber si conoces de quién es esto. —Cian le entregó la prenda y, Shaedi como buena actriz que era, no mostró ningún signo en su rostro que la delatase—. Sé que la hiciste tú.

    —Es obvio, no tiene costuras —dijo y le vio a los ojos—. Pero es una prenda común, podría ser de cualquiera.

    Cian sonrió, esa respuesta y el hecho de no poder leer su mente le decían que Shaedi tenía mucho que ocultar sobre Esther. —Hasta donde sé, Shaedi, no confeccionas prendas sencillas de este estilo, solo lo haces para personas allegadas a ti como Seren o Violet; o la dueña de esta prenda. Así que debes saber de quién es.

    —No lo sé, ya te dije.

    —Estás mintiendo.

    —Little berry, lamento llegar tard... —la voz de Joshua en la entrada llamó la atención de ambos y salvó a Shaedi del feroz ataque que le lanzaría Cian. Lo peor de él era que sabía hacer muy bien su trabajo—. Veo que tenemos compañía —comentó Joshua, no muy contento de ver al inesperado invitado. Tenían muy malas relaciones desde hacía años. O más bien, desde que él y Shaedi comenzaron a ser una pareja estable; porque Cian había sido el último amante de ella antes de conocerlo (eso sin contar a Jeremy, con quien no había llegado a mucho) y no le sentó muy bien la noticia.

    —Cian ya se iba, ¿cierto? —respondió ella, dándole una mala mirada al aludido.

    —¿Por qué la estás escondiendo? —insistió, no le importaba un comino Joshua y tampoco Shaedi—. Sé que la conoces, quién es.

Losing Game (Dark Angel VIII)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora