Capítulo XXXIV

345 88 108
                                    

    —Arden, espera un momento. —Dianne la detuvo por el hombro, para que no siguiese caminado por el pasillo del palacio, pero ella estaba furiosa.

    —¿Falta algo más, Dianne? ¿Nos has ocultado otras cosas? Porque si no es el caso, no tengo intenciones de escuchar una palabra más —respondió y siguió caminando.

    Ella suspiró y le siguió el paso. —Escucha, estos meses han sido difíciles.

    —¿Y eso les da el derecho de ocultar algo así? —cuestionó furiosa mientras se detenía y le encaraba—. ¿Cómo demonios no me dijeron que Kohem estaba vivo o lo que sea? ¡Estuviste hace unas semanas en Atlantis y no dijiste nada!

    —Solo estaba tratando de proteger a Ciel.

    —¿A Ciel? ¿Por qué el que lo sepamos le haría daño, Dianne? Además, no eres la única que tiene que proteger a su familia. Yo también tengo un hijo y un nieto que es un niño pequeño. ¿Qué hubiese pasado si Kohem decidiese atacarnos mientras no sabíamos, eh? ¿Pensaron en eso? Por supuesto que no, solo pensaste en tu hijo y tu familia.

    —Arden, las cosas no son así.

    —¡No me importa! —gritó exaltada—. Te olvidas que el Conde nos odia a ambas y si está vivo vendrá a por las dos. Yo te ayudé esa vez, ¿es que acaso lo olvidaste? Ambas estamos en el mismo barco y se está hundiendo, ¿por qué no dijiste nada?

    Dianne inspiró hondo, por supuesto que no lo olvidaba y mucho menos quería dejarla sin saber, pero no tenía otra opción. —No era mi intención, Arden, ni la de Ciel o la de Ric ocultar nada. No lo supimos hasta hace poco al volver, Sky era la que lo sabía y no queríamos divulgar lo que le sucedió por su bien. Ella no tiene familia, nosotros somos lo único que tiene y es la chica que mi hijo ama, no podía contarles hasta que no estuviese lista.

    Arden se alejó, caminando de un lado a otro para poder bajar la molestia. Haber llegado a Ahrimán y que le contasen eso había sido lo peor. Cuando Cian había ido a avisarles de que debían ir cuanto antes, no creyó que sería para algo de semejante magnitud. El Conde estaba "vivo", y quizá no fuese el único porque también estaba Ryūjin. No podía dejar de recordar que la última vez que tuvieron un enfrentamiento grande, hacía ya catorce años atrás, Lian había muerto como pago por una venganza contra ella. El recuerdo incluso fue más doloroso al recordar que Khan podía ser el destinado a morir para pagar su alma.

    —Debemos hacer algo —dijo—. Mi padre fue a decirle a mi hermano, pero ambas sabemos que si Kohem va a por alguien, somos nosotras dos y Anagashi. Viene para Ahrimán y no sabemos cómo protegernos de ellos.

    —Lo sé, créeme que lo sé, pero no tengo idea de qué hacer tampoco. Están muertos. La última vez que traté de enfrentar a algo del Inframundo perdí a mi hermana y solo sobreviví por mi madre.

    Arden le observó con atención, sabía desde aquel entonces de quién Dianne era hija, había sido Éstige quien pidió la intervención de Heaven esa vez. —¿Ella no puede hacer nada?

    Negó con la cabeza.—Mi madre es poderosa, pero no es más que una prisionera en el Inframundo. No puede intervenir en lo que sucede con los vivos, Hades no le ha dado esa potestad.

    —¿Y la chica de rojo? —preguntó y Dianne se quedó perdida—. ¿No sabes de ella? ¿De la muerte que viste de rojo? Ciel le estaba buscando.

    —No me ha dicho nada al respecto —dijo con algo de duda porque jamás oyó a Ciel mencionarla o a alguien más.

    —No recuerdo nada sobre ello de mi época en Heaven, teníamos muy poco trato con el Inframundo, de hecho, solo cuando tu madre nos pidió ayuda fue que supe que tenían tratos con ellos y que por eso podían revivir a las criaturas mágicas. La Muerte intervino hace unos años atrás luego de la guerra con Amriar, parecía tener poder de intervenir en el destino de los vivos.

Losing Game (Dark Angel VIII)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora