Capítulo XV

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    El tiempo había pasado y Zéphyrin comenzaba a preguntarse dónde estaba Eidrien, se sentía mal por cómo se había ido, no quería que llorara por su culpa. Sus pies se balanceaban hacia adelante y hacia atrás en la camilla de aquella extraña habitación, ya le habían explicado que no podía salir porque ahí la temperatura era perfecta para ella y habían retirado la humedad por completo del ambiente.

    Suspiró, quería ver a Eidrien, lo extrañaba y no entendía por qué las cosas habían acabado así o ella allí. Aún podía sentir el abrazo tan cálido de su cuerpo cuando despertó, deseaba de nuevo tener ese toque, ya antes le había abrazado pero en ese momento se sintió tan diferente... Como si de veras le importara. Sabía que era una tonta, en el fondo se recriminaba el haberse prendado tan rápido de él, mira que había criticado a aquellas chicas que terminaban así mismo, enamoradas casi a primera vista de algún dracfeu que luego las trataba como un simple objeto.

    Pero Eidrien no era así y eso le hacía sentir sensaciones en su cuerpo que jamás había experimentado. Un cosquilleo se agolpaba en su estómago cuando pensaba en él, cuando estaban cerca o cuando se ponía así de rojo. Su piel era otra cosa que le tenía mal, quería tocarla, pero por cómo se había puesto en la mañana, había decidido limitarse, dándose cuenta de que no le gustaba. Se había enamorado de ese tonto y eso le medio molestaba en sus ratos de soledad, sin embargo, solo hacía verlo y ya todo se iba, así de enamorada estaba.

    —Te extraño, mentiroso —musitó bajo  mientras retorcía sus manos sobre su regazo.

    Escuchó como la puerta se abría y por ella entró Eidrien, casi como si lo hubiera llamado con el pensamiento y sonrió. El aludido le miró por unos instantes y de veras no entendía a esa chica loca. ¿Qué rayos tenía él en la cara para que ella le sonriera de esa forma tan hermosa cada que le veía?

    —Necesito que salgamos un momento, tal vez te sientas algo incómoda porque la temperatura fuera está más baja, pero es para que mejores, ¿sí? —le explicó en lo que se acercaba y cuando estuvo a un paso, ella rodeó su torso, abrazándolo. Eso le dejó desconcertado—. Rin...

    —«Te extrañé, mentiroso ¿Por qué tardaste tanto? ¿Por qué te fuiste así? ¿Por qué llevas rato sin venir dejándome sola?» —le cuestionó en la mente sin ser capaz de expresar sus sentimientos tan abiertamente y eso hizo sonreír a Eidrien, quien correspondió a su abrazo.

    —No me digas mentiroso —susurró en su oído y Zéphyrin se alejó sin entender.

    —Yo no he dicho nada.

    —Mentirosa. —Hizo rozar sus narices en una caricia y ni cuenta se había dado de la estúpida sonrisa que tenía en la cara—. Te traje ropa, vístete, no quiero que andes por ahí solo con mi camisa, que te queda bien, pero mejor vístete. —Le guiñó un ojo e iba a salirse cuando ella tiró de su brazo y dejó un beso en su mejilla.

    —Gracias, mentiroso.

    —Tú... —iba a rebatirle el apodo pero cuando vio su sonrisa no pudo—. «Maldita Rin Rin, bipolar» —se dijo para sus adentros y salió del camarote, para esperarla en la puerta.

    Vio como por el pasillo se acercaba Nicholas y se incorporó, sabía que había sido él quien la había encontrado.

    —¿Cómo está tu...? ¿En serio es tu esposa? —preguntó y él tuvo que reír.

    —¿Tan improbable era?

    —Tanto como que Ciel dejara de ser vírgen.

    —Bueno, entonces no era tan imposible, había un rayito de luz por ahí —masculló bajo con una sonrisa a labios cerrados—. Gracias, Nick, sé que la encontraste.

Losing Game (Dark Angel VIII)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora