Capítulo V

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    Una piedra, otra piedra, otra más y otra...

    Eidrien ya no encontraba qué más lanzar al arroyuelo mientras pensaba en lo que debía de hacer. Era un idiota infantil y lo sabía, nadie tenía que decirle lo condenadamente infantil que era y lo estúpidamente orgulloso que podía llegar a ser cuando le daba la gana. Y no le importaba, no le interesaba para nada lo que los demás opinaran de él, porque prefería ser así, un idiota, infantil, rebelde sin causa, boca sucia y etcétera, que ser un hipócrita que aparenta ser un santo.

    Conclusión: Era un imbécil y a mucha honra.

    Pero era un imbécil con corazón, con uno bien roto, un imbécil que había intentado por una vez no serlo para tener el amor de una chica que al final se fue con otro. Y no solo le dolía ese hecho, sino que por ello había perdido algo importante, su amistad con Ciel. Sabía que no sería lo mismo, desde lo de Inara ya no lo era, pero al menos estaban juntos. ¿Cuánto llevaban siendo amigos? No lo recordaba ya.

    Habían pasado décadas de que le conoció en Ahrimán en el Colegio Real, cuando el adolescente Eidrien era incluso más idiota que el hombre de ahora, cuando la vida le valía madres y solo quería hacer que el mundo sufriera con él. Ciel de alguna forma había cambiado eso, porque le entendía, porque sabía lo que era estar lejos de tus padres, porque sabía lo que era sentirse abandonado. Su amigo, el mejor que había tenido en su vida, fue el que le metió en la cabeza todas esas ideas de tecnología, ciencia y más, se volvió un cerebrito con Ciel, y lo más gracioso, es que no le importó; al contrario, se dio cuenta de que amaba eso, amaba la tecnología, la informática, la ciencia, amaba crear.

    Y lo había perdido por ser un idiota envidioso, por sus malditas inseguridades, por su estúpido ego. Sabía desde el principio que no debía de meterse con Sky, todos en el Ruby lo sabían, pero la tentación de que ella podía elegir sin basarse en el físico le había hecho caer en la hipocresía que tanto odiaba. Había sido transparente con ella, como lo era con todos, pero también fue un caballero, cosa que no era en absoluto, siempre había sido un maleducado boca sucia y con ella era todo un princeso.

    Se odiaba por eso, porque con los meses que habían pasado desde entonces se había dado cuenta de lo estúpido que fue y de que no le había dolido perder tanto a Sky como a Ciel. Sabía que él le recibiría sin problemas otra vez, se lo dijo antes de irse pero su maldito orgullo no le dejaba volver, no podía, no lo soportaba. Se sentía culpable por haber alimentado un sentimiento tan feo como la envidia hacia la única persona que vio más en él que un simple imbécil, que le dio la mano cuando todos ya le habían dado la espalda, que le había abierto las puertas a un mundo que jamás pensó conocer. Y lo había lastimado, lo había hecho sufrir una y otra vez siendo lo que era, el egoísta que era. No había estado para su amigo, cuando Ciel siempre estuvo ahí. Solo había frotado más sal sobre la herida y lo peor... Lo peor fue que se dio cuenta de su estupidez estando en Tarendiel, ahora no tenía valor para volver a Ahrimán.

    —Rin Rin no merece estar con un imbécil como yo, Cian —dijo, tirando la última piedra y los ojos azules de su primo fueron hacia él.

    —Lo que pasó con Ciel no es el fin del mundo, Eidrien, míralo por el lado bueno, al fin saliste de debajo de sus alas y eres libre.

    —Y una m***** —musitó tirando otra piedra—. Él era mi amigo, y yo sigo siendo el mismo imbécil de hace décadas. ¿Cómo voy a siquiera pensar en tener una esposa si no pude siquiera mantener a mi mejor amigo?

    —Duraron décadas juntos, Eid, y estoy más que seguro de que Ciel no está molesto contigo, tú eres quien se está torturando.

    —Porque me lo merezco, lo hago porque el idiota corazón de pollo de Ciel jamás me lo diría y lo odio por eso. —Tiró otra piedra, esta vez con más furia—. Preferiría que me reclamara, que me mandara al demonio y no quisiera saber nada más de mí.

Losing Game (Dark Angel VIII)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora