Capítulo 10

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Quería comer en mi habitación como lo había estado haciendo desde el primer día que puse un pie en el palacio, sin embargo, ya había accedido a cenar con las duquesas y la familia real que negarme era una falta de respeto, además, como casamentera, me gustara o no, tenía que socializar y conocer a todos mejor.

─¿Cómo es que no sabía que debo vestir de cierto modo en la cena? ─Le pregunté a Louisa mientras buscábamos un vestido decente entre mis pertenencias. Por el momento no había encontrado ninguno y mi instinto me decía que no lo haría.

─Porque has decidido cenar todo este tiempo en la habitación.

Suspiré observando el cochinero que había sobre la cama. Era un desorden enorme.

─No tengo que ponerme. Definitivamente no tengo nada.

Miré a Louisa con desespero.

¿Qué se supone que debía hacer?

Louisa me miró con una mueca en sus labios, pude ver que estaba igual de preocupada que yo.

─Tranquila, encontraremos algo y sí no, yo o alguna chica del servicio podríamos prestarte algo si te parece.

Lo consideré un instante. No había forma que entre mis pertenencias encontráramos algo decente para la cena por lo que asentí en su dirección.

─¿Harías eso por mí?

Louisa asintió frenéticamente.

Veinte minutos más tarde, Louisa consiguió una variedad de vestidos preciosos, a mi parecer eran sofisticados y perfectos para la cena.

No deseaba llamar la atención de nadie, pero las chicas del servicio eran un poco más delgadas que yo, incluyendo Louisa, no es que yo fuera gorda, tenía un cuerpo normal desde mi punto de vista con las curvas necesarias pero el único vestido que me había quedado era un vestido midi de raso con un corsé recto y una falda de sol en naranja, sentía que llamaba mucho la atención y que quizás no era el correcto para la cena pero era lo único que tenía y me aferré a ese vestido porque era mi única salvación.

Para la hora de la cena, iba hacia el gran comedor con un nudo enorme en el estomago y me costaba bajar los escalones con los tacones que me había puesto. No es que no supiera caminar con tacones, solía usarlos a menudo, pero estaba nerviosa ante la idea de comer con el rey y la reina.

Vamos Blair, tú puedes hacer esto. Es por el bien de tu trabajo.

Intenté animarme a mis adentros, necesitaba calmar mis nervios porque nada bueno sucedía cuando estaba en un estado nervioso, siempre conseguía meter la pata.

Aunque eso sucedía a menudo sin necesidad de que estuviera nerviosa.

Al cruzar las puertas del gran comedor, me percate de que los reyes ya estaban sentados al igual que las duquesas invitadas, el nudo en mi estomago creció y quise salir corriendo de allí, aun tenía tiempo porque no me habían visto y justo estaba por huir cuando el príncipe entró al mismo tiempo llamando la atención de todos.

─¡Buenas noches! ─Exclamó Carsten con una sonrisa en la boca. Las miradas se posaron sobre él y también en mí porque estaba a mis espaldas, sentía su respiración encima de mi cabeza y mi corazón se aceleró─. Lamento el retraso, pero aún tenía deberes qué terminar.

Comentó, esperé que se moviera, pero nunca lo hizo, se quedó allí parado detrás de mí. Intenté no moverme hasta que sentí que colocó su mano en mi espalda baja cuando los reyes se distrajeron y se inclinó lo suficiente para susurrarme discretamente en el oído.

─Camina, no debemos hacer esperar más a los reyes.

Tomé una bocanada de aire, aunque estaba vestida, fue como si saber que su mano estaba allí en mi espalda baja hiciera que justo donde sus dedos rozaban con la tela de mi vestido se sintiera ardiente, como si su tacto pudiera traspasar la tela y quemar mi piel.

Si la corona te quedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora