Epilogo

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1 año después...

Las cortinas se abrieron de golpe en la habitación y un gruñido salió de mí y me di vuelta entre las sábanas para ocultarme, ¿por qué tenía que salir el sol tan temprano?

─Por favor, ciérralas ─dije con mi voz aun somnolienta, me apetecía dormir un tiempo más prolongado en vez de comenzar mi día. Sentí un lado de la cama hundirse y unas manos buscar mi cuerpo entre las sábanas, cuando por fin consiguieron rodearme la cintura, me atrajeron a su cuerpo.

─Vamos, hay que empezar el día, cariño ─Carsten depositó un cálido beso en mi cuello─. Será un día largo.

─No quiero.

Hice un puchero y Carsten rio.

─¿Entonces no deseas casarte conmigo después de todo?

Arrugué la nariz.

─Sabes, nunca estaba en mis planes convertirme en reina.

─Qué lástima porque sigo creyendo que una corona te sienta bien.

Reí.

─Podría seguir considerándolo.

Un gruñido salió de él.

─Dios, no sé si seguiré resistiéndome a la espera.

Fue imposible que la sonrisa se borrara de mis labios, Carsten se había convertido en el rey de Liechtenstein nueve meses atrás, sin embargo, yo había decidido esperar para casarnos, pero me había decidido en mudarme con él al palacio, era una locura y a veces un sueño difícil de creer.

Vivía en el palacio de forma permanente. Tras todo el drama que se había vivido el año pasado, los reyes habían decidido en retirarse a uno de los tantos palacios para una vida más tranquila, al principio, les costó aceptar el hecho de que Carsten deseaba casarse conmigo y no con ninguna chica perteneciente a la realeza, pero terminaron aceptándome.

Muchas cosas habían cambiado en el reino desde que Carsten se convirtió en rey y yo no podía estar más orgullosa de él.

─Qué curioso que lo digas, recuerdo que hace más de un año aproximadamente, no estaba en tus planes casarte con nadie.

Me apretó con más fuerza hacia él.

─No había conocido a cierta casamentera que me hizo cambiar de parecer.

Sonreí, aunque él no podía ver me sonrisa, la cual se ensanchó más cuando comenzó a depositar besos por mi cuello y mi rostro de una manera tierna y juguetona.

─La gente cambia, cariño.

Me giré entre sus brazos para quedar de frente.

─Te quiero.

─También yo ─me dio un pequeño beso en los labios─. Y seré más feliz de lo que ya soy cuando me des el sí en el altar.

─¿Seguro? Porque aun estás a tiempo de arrepentirte.

─¡Dios! ¡No! ─lució ofendido─. Nunca he estado tan seguro de algo en mi vida Blair, te quiero a ti como mi reina, esposa, y todo lo que conlleve a estar a tu lado.

Con ese comentario, fue suficiente para besarlo y sentir que haber venido hasta este país como casamentera había valido la pena porque después de tanto tiempo ayudando a otras personas a tener su final feliz, yo estaba teniendo al mío, aunque parecía más como un cuento de hadas. Uno fantástico.

Si la corona te quedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora