-¡Mía! – exclamó la chica muy segura mientras corría a abrazarme-¡Tanto tiempo!- añadió cuando llegó a mi lado.
¿Tú eres Cloe?-pregunté con cierta duda a la chica que sonreía frente a mí. Era alta, con el cabello morocho cayéndole por la cintura y unos ojos entre celestes y grises. La última vez que la había visto éramos tan solo dos pequeñas pero debía de ser ella.
-¿Cómo me reconociste tan fácilmente?-pregunté sorprendida una vez que Cloe asintió con la cabeza, cada tanto nos mandábamos mails pero eso era todo, no nos veíamos las caras desde hace más de diez años.
-Tus padres nos mandaron una foto tuya a mi madre y a mí para que no nos lleváramos a la persona equivocada a casa.-dijo riendo ante la idea.-Hubiese sido casi imposible saber que eras tú sino.-agregó.
-Sí, estamos tan cambiadas. Ya no tienes el pelo por los hombros y también te sacaste el flequillo que te llegaba a mitad de la frente.-comenté soltando una risa al recordar lo mal que le quedaba ese corte.
-Ni me lo recuerdes, aún no logro comprender como pude agarrar una tijera y cortármelo yo misma.-dijo riendo también.
-No estoy muy segura pero… ¿quién no quería tener una hermoso flequillo como el tuyo?-bromeé provocando que riera más fuerte, algunas personas se voltearon a mirarla.- Bueno, ¿y cómo llegaremos a tu casa?-pregunté al no ver a Susan, su madre, por ningún lado.
-¿Estás bromeando? ¡En mi auto! ¡Que mala memoria tienes! ¿No te acuerdas que te conté que mi madre me lo regaló por mi cumpleaños?
-Claro que sí, pero no puedes conducirlo.-dije como si fuera obvio.
-¿De qué hablas? ¿Y para qué crees que gastaría dinero en un coche si no puedo usarlo?
-Pero tienes dieciséis y para conducir necesitas tener…-comencé a decir confundida pero luego me di cuenta de mi error.
-Dieciséis.-concluyó mi amiga.
-Sí, tienes razón, lo siento es que en el último país que estuve viviendo necesitabas tener dieciocho.-expliqué.
-Ahh descuida, debe ser difícil acostumbrarse a cada lugar.
-Sí, ni te imaginas. Pero igual estoy muy feliz de estar aquí.-contesté.
-¡Yo igual!-respondió emocionada.-Y mi madre igual. Hasta mi hermano se alegró cuando le dijimos que vendrías, y eso que ni sabe quién eres.
-Espera…¿desde cuándo tienes un hermano?-pregunté incrédula.
-¿Qué, nunca te lo mencioné? Tiene seis años y parece adorable pero no te confíes, en realidad es un pequeño gilipollas.
-¡Oh vamos! Creo que estás exagerando, no puede ser para tanto, solo tiene seis.-exclamé soltando una carcajada.
Luego de unos quince minutos en auto llegamos a su casa o mejor dicho también mi casa, al menos temporalmente. Durante todo el camino me dediqué a mirar por la ventana y tratar de reconocer el lugar pero aunque ya había vivido ahí antes no me acordaba de casi nada.
-Bienvenida Mía, estoy muy feliz de verte, ¿cómo andan tus padres?-exclamó Susan dándome un cálido abrazo al bajar del coche.
-¡Hola Susan! Ellos están muy bien, gracias.-le contesté.
-¡Ven, trae tu valija, busca una maya y vamos a la playa!-me gritó Cloe desde el interior de la casa.
-¿Tan pronto? ¡Pero si acabo de llegar!-protesté yendo tras ella.
-Por eso mismo, te tengo que enseñar el lugar lo antes posible.-explicó sin darme la oportunidad de seguir con mis quejas.
-Está bien.-contesté no muy convencida, personalmente no era muy fanática al mar y además no era un día tan caluroso.
-¡Hola!-me saludó un niño que debía ser su hermano mientras caminábamos por un pasillo.
-¡Vete Max estamos apuradas!-le gritó mi amiga- Acuérdate que no es tan tierno como parece.-me dijo al ver mi expresión.
-Cuesta creerlo.-contesté dedicándole una sonrisa a Max y luego siguiendo a Cloe por el pasillo.
Llevamos rápidamente mis cosas al cuarto, el cuál era muy bonito: tenía paredes lila claro, dos camas con colchas a juego con las paredes y repletas de almohadones coloridos, un escritorio con la computadora, y una enorme puerta del vidrio que daba al jardín; y luego de cambiarnos nos dirigimos a la playa, que quedaba a tan solo dos cuadras de la casa.
-Si las veo te presentaré a mis ami…-comenzó a decir Cloe mirando a nuestro alrededormientras caminábamos por la arena.-¡Ahí están!-se interrumpió de repente.-¡Janelli! ¡Adina!-chilló saludando a unas chicas que estaban a tan solo unos metros de nosotras. Luego corrió hacia ellas dejándome sola sin saber qué hacer.
Estaba a punto de unirme a ellas cuando algo golpeó mi cara y me tropecé. El golpe no había sido tan fuerte pero fue suficiente para hacerme perder el equilibrio y para dejarme un creciente dolor en la nariz y debajo del ojo izquierdo.
-Lo siento, ¿estás bien?, déjame ayudarte.-se disculpó una voz antes de que lograra incorporarme.
ESTÁS LEYENDO
Afraid of falling in love.(Harry Styles)
Fiksi PenggemarÉl tiene todo el verano para enamorarla y a pesar de que lograrlo va a ser más difícil de lo que esperaba luego se dará cuenta de que en realidad lo más complicado no es ganar su amor sino dejarlo ir. (Fanfic de One Direction en la que los chicos no...