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𝐇𝐚𝐧𝐧𝐚𝐡

—¡Corre, corre, corre!—le dije a Robby mientras soltaba una pequeña risa.

—¡Volved aquí!—gritó el repartidor del camión aunque este no se veía muy por la labor de correr.

No nos hizo falta correr mucho más para poder parar en un callejón.

—¿Cuántos habéis cogido?—preguntó Trey.

—Creo que cinco cada uno—supuso Robby mirando las bolsas.

—Podríamos haber cogido más—dije.

—¿Veinte paquetes con smartphones dentro entre otras cosas de ese estilo te parecen pocos?—cuestionó Cruz.

—Vale, dicho así parece más—admití.

—Bien, pues vamos a empezar a poner esto en venta—dijo Robby.

—Oye, le debo cincuenta dólares a Freddy, y los necesito ya—infromé.

—Te dije que te buscaras a otro dealer. Mi amigo Ted las vende más baratas—me informó Trey.

—La próxima vez le compraré a tu amigo—dije.

[...]

Ya de noche, decidí ir a comprar unas hamburguesas para cenar con Robby.

Robby era mi amigo desde la primaria.

Lo conocí en una de las aulas de castigo.
Me contó que le estaba tratando de "tomar prestados" unos juguetes a un niño sin su permiso; él lo pilló y se lo dijo a una profesora.

Bueno, y yo estaba allí porque había empujado a una niña en la escalera.

Tenía una explicación para ello; la niña llevaba todo el día molestándome con lo de que mis padres me abandonaron y que "mis padres" eran adoptivos haciendo que finalmente me hartara, y bueno... la empujé.

Sobre el tema de mis padres biológicos, simplemente fui un accidente de unos adolescentes, según lo que me contaron.

Y en cuanto mis padres adoptivos, una pareja de veinticinco / veintiséis años a los cuales les habían dado la mala noticia de que no podrían tener hijos, por lo que me adoptaron.

El problema llegó más adelante, cuando tenían más trabajo–o eso decían–.

Básicamente, era una niña problemática con bastante poca atención.

Les había tocado la lotería conmigo.

Sin darme cuenta, ya estaba enfrente de la puerta de la casa de Robby.
Llamé al timbre y este no tardó en abrir.

—Hey, Rob—dije.

Hanny—saludó—. No me dijiste que vendrías.

—Dijiste que estabas solo y yo también lo estoy; así que traje la cena para hacernos compañía—informé levantando la bolsa que contenía la comida.

Él me sonrió antes de dejarme pasar.

—¿Tú padres trabajan?—me preguntó mientras caminábamos hacia el sofá para sentarnos en este.

—Posiblemente estén en algún casino gastándose todos los ahorros—respondí rodando los ojos a la vez que quitaba el envoltorio de mi hamburguesa.

𝐒𝐭𝐞𝐫𝐞𝐨 𝐋𝐨𝐯𝐞 || 𝐑𝐨𝐛𝐛𝐲 𝐊𝐞𝐞𝐧𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora