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Por favor, leed la nota del final♡

𝐇𝐚𝐧𝐧𝐚𝐡

—Hannah Brown.

Al escuchar esa voz un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Posiblemente por la persona que era o posiblemente porque era de noche y no había nadie en la calle.

Me giré temblorosamente aún sin saber porque no corría.

—¿Qué quieres?—pregunté tratando de sonar segura, pero creo que no lo conseguí.

—Hablar, sobretodo lo que hice—respondió Hoffman con una expresión relajada.

Lo miré insegura mientras que él daba un paso acercándose.

》Estuvo fatal, te obligué y te drogué—dijo mientras metía las manos en los bolsillos de su chaqueta—. No pensé que eso mismo le podrían hacer a mis hijas—tomó mi brazo y me tensé aunque no fuera un agarre fuerte—. Lo siento.

Fruncí el ceño, no sabía que pensar.

》No lo que te hice—aclaró—. Sino por lo que estoy por hacer—dijo a la vez que notaba un pequeño pinchazo en mi brazo.

Miré mi brazo y lo empujé rápidamente al ver la jeringuilla con la que me estaba pinchando.

La retiré con cuidado antes de lanzarla algo lejos, afortunadamente no consiguió pincharme toda la dosis de lo que fuera eso.

—¡¿De qué coño vas?!—cuestioné.

Estaba asustada y no tardé en sentirme mareada por culpa de lo que fuera que había en aquella jeringuilla.

Vi una de las sonrisas maliciosas que tanto conocía en su rostro mientras se volvía a acercar a mí.
Noté como volvía a tomar mi brazo con más fuerza que antes consiguiendo que me doliera un poco, pero no tenía fuerzas para apartarme.

Me llevó a su coche antes de empujarme a la parte trasera de este.
Cerró la puerta para luego rodear el coche y subirse a la parte del conductor.

—¿Dónde vamos?—pregunté algo aturdida.

—Es una sorpresa, pequeña.

Estaba asustada y relajada a la vez debido al efecto de aquella droga que él mismo se había encargado de introducir en mi sangre.

Cuando noté que estaba concentrado en conducir dirigí mi mano al bolsillo trasero de mi pantalón para tomar mi móvil.

Le mandaría un mensaje a alguien, quien fuera estaba bien.

—Deja eso, zorra—dijo mientras estiraba su mano hacia donde yo estaba para posteriormente arrebatarme el móvil de las manos.

Necesitaba pensar en cómo salir de ahí, pero el mareo no me dejaba pensar con claridad.

Pude ver como estacionaba el coche frente a una casa grande y lujosa.
Le dio la vuelta al coche para luego abrir mi puerta.

—Abajo—ordenó.

Yo bajé torpemente del coche para que seguidamente él me tomará fuertemente del brazo y prácticamente me arrastrara hasta la puerta de la gran casa.

Las puertas se abrieron después de que él llamara al timbre.
Caminamos hasta una sala en la que había una chimenea, un sofá de cuero negro y otro naranja frente a ese, en ellos se encontraban Silver y esa tal Kim.

Y ahí fue cuando supe que estaba en problemas mayores de los que me pensaba.

—Lo que pediste—dijo Hoffman.

𝐒𝐭𝐞𝐫𝐞𝐨 𝐋𝐨𝐯𝐞 || 𝐑𝐨𝐛𝐛𝐲 𝐊𝐞𝐞𝐧𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora