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𝐑𝐨𝐛𝐛𝐲

Estaba comiendo tranquilamente mientras escuchaba la tele.

Ya casi tenemos mil dólares—reconocí la voz de Sam—, en Miyagi-Do ayudamos a las personas.

¿No fue un alumno de Miyagi-Do quien mandó a Miguel Diaz al hospital?—le preguntó la periodista haciendo que me girara a ver la tele.

Fue un accidente, en fin, eso espero—respondió ella—. Solo sé que Miguel necesita nuestra ayuda. Te queremos, Miguel.

—¿Es tu novia?—preguntó Shawn acercándose—, ¿o tu novia es la también está aquí? Como sea las dos son muy bonitas, demasiado para ti. Deberían cambiarse al chocolate, entonces sabrían lo que es un hombre de verdad.

No podía dejar que hablara así de ellas, sobre todo de Hannah.

—Mejor cierra la boca—dije levantándome.

—¿Cómo, pringado?—me preguntó—. El karateca se pone chulito—anunció—.  Vamos—palmeó su mejilla varias veces—, empieza tú antes de que te parta la cara.

—El kárate es para defensa—dije.

—Bien, pues defiéndete—respondió antes de empezar a golpearme.

Paré algunos golpes, y le di una patada a su amigo quien trataba de golpearme por detrás.

Paré unos golpes más antes de que uno me tirara contra una mesa. Después comenzaron a golpearme sin dejarme tiempo para defenderme, de repente, sentí como alguien me tomaba del cuello y comenzaba a pegarme puñetazos para después estamparme contra unas taquillas y posteriormente tirarme al suelo para comenzar a darme patadas.

Una alarma comenzó a sonar.
Shawn me tomó por la sudadera y me levantó.

—Esto acaba de empezar, te vas a enterar—me amenazó antes de golpearme por última vez.

𝐇𝐚𝐧𝐧𝐚𝐡

—Joder, esa perra se lo merecía—dijo Hasley—. Así aprenderá a no meterse con los que tienen novia.

—Sí, se lo merecía, pero no contaba con que se iba a involucrar todo el instituto—respondí.

Escuchamos como la puerta se abría.

—Hannah Brown, tienes visita—informó una guardia.

Miré un momento a Hasley antes de levantarme y seguir a la guardia.

Llegamos a una habitación donde habían bastantes mesas, pude ver a mi padre sentado en una de ellas.

—Hola—saludé sentándome en la silla frente a él.

—Hola, Hannah—saludó—. ¿Qué tal?

Alcé mis hombros.

—Normal—respondí.

—¿Normal?—preguntó, incrédulo—. Estás en la correccional, por dios. ¿Cómo se te ocurrió empezar una pelea en el instituto?

—Ella se lo merecía—respondí.

—Me da igual si se lo merecía o no. Mira dónde estás—continuó.

—Cometí un error, ¿vale?—dije—. Ya estoy pagándolo y, si has venido a intentar darme una lección, será mejor que te des la vuelta y te vayas.

—¿Cuánto tiempo te ha dado el juez?—preguntó.

—Un mes y algo, casi dos—respondí—. Si hago trabajos para la comunidad se me quedará en uno.

𝐒𝐭𝐞𝐫𝐞𝐨 𝐋𝐨𝐯𝐞 || 𝐑𝐨𝐛𝐛𝐲 𝐊𝐞𝐞𝐧𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora