Capítulo 11: Debajo de los escombros. [B]

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BROOKE

Me quedo parada frente al local de color negro que dice 24/7 con luces led rojas. Tiene ventanas polarizadas, así que por más que acerque mi rostro no puedo ver que hay dentro, tampoco tengo la valentía de entrar sola. No sé si van a pedirme identificación o que. Traje la mía por las dudas, una falsa, por supuesto, pero si me descubren podrían llamar a la policía o si son buena gente, solo echarme.

Se preguntarán; ¿Qué hago aquí? Pues, tal vez tomando una estúpida decisión.

Resulta que el desconocido de la fiesta de Sarah y yo intercambiamos números, pero aún sin revelar nuestra identidad. En ese momento estaba ebria y triste, y me pareció genial hacer un nuevo amigo. Pero ahora, viéndolo desde otra perspectiva y parada frente al lugar donde sugirió que nos viéramos, me pregunto si es realmente una buena idea estar aquí.

¿Y si en realidad no era un adolescente? ¿Y si estaba lo suficientemente ebria para confundirlo con un adulto?

Cuando voy a girar sobre mis talones, escucho su voz.

— Hola chismosa.

El desconocido viene caminando hacia mí con las manos metidas en los bolsillos de su sudadera roja. Viéndolo a plena luz del día no parece tener más de veinte años, gracias al cielo. Por unos instantes creí que me encontraría con alguien de treinta y sería bastante incómodo, además de perturbador.

— Hola... —alargo algo aliviada—... ¿De verdad crees que nos dejaran entrar? —le pregunto dándole otra mirada al bar.

El desconocido sonríe.

— Lo harán. Confía en mí —me guiña un ojo.

Se adentra al lugar sin decir más y lo sigo, al principio camino insegura y espero que cualquier adulto me tome por el brazo para sacarme de aquí, pero con cada paso que doy me doy cuenta de que las personas ni siquiera se fijan en nosotros. Hay mucha gente, algunos adultos jóvenes y otros no tanto, pero todos concentrados en sus conversaciones o en la ronda de billar que juegan al fondo.

Nos sentamos en la barra, un poco más alejados de los demás, donde hay otro letrero led con el nombre del bar, solo que este es de color azul. Me gusta no tener que sentarme junto a otras personas, mucho menos ebrios.

— Lamento haber llegado tarde —me dice— Tuve otro compromiso.

— ¿Vienes aquí a menudo? —le pregunto mirando a nuestro alrededor.

Hay una pareja que está besándose en una esquina aún más oscura que esta.

— Solo cuando debo ser apoyo moral.

— ¿Apoyo moral? —repito, arqueando una ceja.

De reojo puedo ver que alguien se acerca para preguntarnos qué vamos a beber.

Su apoyo moral —se gira, señalando a la chica del otro lado de la barra.

Frunzo el ceño al verla.

— ¿Mi apoyo moral? —le contesta ella con una sonrisa divertida— Debes estar bromeando.

— No, tú debes estar bromeando —replica el desconocido levantando su dedo índice— Te escucho siempre que lloriqueas por alguien.

La chica ladea la cabeza.

— Bueno, eso es verdad —contesta haciendo que el desconocido chasquee los dedos— Pero tu tiempo me cuestan bebidas gratis, tacaño.

— Está mintiendo otra vez. Siempre dejo buena propina —se gira para decirme.

Mientras ellos conversaban, me dedique a analizar a la chica y hacer memoria de donde me suena su rostro. Pronto lo descubro; de la fiesta de Sarah.

Estúpidas Decisiones #MEN4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora