Capítulo 1 Parte 1

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Henry se había sentado en la fila de asientos que daba hacia la ventana. Era primera vez que hacía un viaje largo en bus por si solo y aunque estaba muy nervioso intentaba disimularlo. Estaba rodeado de adultos y no quería levantar sospechas, ya que a sus quince años no debería estar saliendo de la ciudad por su cuenta. Había tenido suerte de que nadie le pidiera su identificación ni al momento de comprar el boleto ni al abordar el bus. Nunca pensó que sería tan fácil salir de la ciudad.

Él siempre fue un chico tranquilo y educado, pero la vida con su padre no había sido fácil, y ahora se encontraba en una situación en la que huir de casa parecía la mejor opción. Así que allí estaba con sus audífonos con la música a todo volumen, la cabeza apoyada contra el vidrio de la inmensa ventana del vehículo y la vista fija en el cordón interminable de cerros que anunciaban que dejaba atrás la ciudad.

Desde hacía unos años que Henry vivía solo con su padre. César era un hombre de carácter fuerte, muy controlador, y no dudaba en recurrir a la violencia para dar una lección. Debido a eso su madre, Estela, se había ido de casa hacía tres años, cuando no soportó más vivir junto a su esposo. Henry tenía doce años entonces y ni siquiera se pudo despedir de ella. Tampoco volvió a verla.

Recordar a su madre le producía una mezcla de sentimientos. A diferencia de su padre, Estela fue una madre atenta y dulce. Ella estaba en todos sus recuerdos de infancia. Cuando era pequeño era su madre quien lo vestía y alimentaba, quien lo llevaba y traía de la escuela y quien lo ayudaba con sus tareas, siempre con una cálida sonrisa en el rostro. Al menos cuando era consciente de que su hijo la observaba, ya que recordaba haberla encontrado muchas veces llorando escondida en el baño, y secarse las lágrimas rápidamente cuando notaba que había sido descubierta por Henry.

De un día al otro ella desapareció de su vida. Él no entendió porqué era su padre quien lo esperaba fuera de la escuela al terminar las clases. Al llegar a casa Henry no paraba de preguntar por su madre, quería saber dónde estaba y a qué hora volvería, y no notó que su padre, que calentaba la cena en el microondas, comenzaba a perder la paciencia.

—¡Se fue! No va a volver —gritó lanzando el plato con comida sobre la mesa y haciendo a Henry dar un brinco por la impresión. Luego se retiró a su oficina dando un portazo, dejando a su hijo solo en la cocina llorando asustado. Salió de su oficina horas más tarde solo para enviarlo a dormir.

Henry sabía que su padre era el culpable de la decisión que había tomado Estela. La había visto sufrir por años, vio cómo César la maltrataba e insultaba casi a diario, y fue testigo de muchas de las discusiones que ellos mantenían por las noches cuando creían que su hijo dormía.

Meses más tarde, al volver de la escuela, el conserje del edificio le pasó discretamente a Henry un sobre de papel. Él supo de inmediato que era algo que debía ocultar de su padre y corrió a encerrarse en su habitación para ver el contenido.

Mi amado Henry,

Lamento mucho haber tenido que partir así. Desde hace mucho tiempo que las cosas iban muy mal en casa y no tuve otra opción. Lo que más lamento es no haberte traído conmigo, pero sé que con tu padre nunca te faltará nada.

Debes tener muchas preguntas en estos momentos, y te pido que tengas paciencia. Cuando seas mayor podré explicarte todo. Lo único que deseo es que el tiempo pase rápido y poder volver a verte.

No pienses nunca que no te amo o que esto tuvo algo que ver contigo.

No hay día en que no piense en ti.

Dentro del sobre venía una foto que retrataba a su madre bastante más joven que en sus recuerdos, y aparentemente más feliz, con un pequeño Henry de aproximadamente tres años en sus brazos, de pie junto a la entrada de la casa de los abuelos.

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