El sábado despertó temprano, sabía que su padre estaría en casa, probablemente revisando documentos en su oficina. Se levantó, se vistió y fue al baño a asearse y juntar valor. Le dolía el estómago solo de pensar en hablar con ese hombre, pero era su única salida, tendría que negociar con él.
Bajó por la escalera y se dirigió al fondo del corredor hacia la puerta de la oficina de su padre. Estaba cerrada, eso quería decir que él estaba adentro. Su respiración se volvió pesada, tocó la puerta y la voz de su padre lo invitó a pasar, claro que no esperaba que fuera su hijo quien entraría, así que al verlo su expresión amable se esfumó.
—¿Qué haces aquí? —le dijo volviendo a sus papeles.
—Necesito hablarte de algo. —Henry estaba aterrado, nunca sabía que esperar de su padre.
—Habla, estoy trabajando. —lo instó sin levantar la mirada de sus documentos.
—Quiero proponerte algo, sé que te interesará —sentía como si se hubiese tragado una roca. Su padre lo miró fijamente esperando a que hablara—. Quiero ir al internado, quiero terminar la escuela allí, lo has mencionado en algunas ocasiones, como castigo, pero creo que será lo mejor para todos.
—¿Por qué de pronto te parece buena idea? ¿Y que gano yo? —preguntó César desconfiado. Henry sabía que le preguntaría eso.
—Sé que no quieres tenerme aquí —su voz se quebró, sabía que eso era un signo de debilidad para su padre y corría el riesgo de perder en la negociación, se aclaró la garganta y continuó—, sé que Ágatha es como una hija para ti y si estudia en una universidad alejada no pasará mucho tiempo aquí, en cambio a mi tendrás que seguir viéndome toda la semana, si sales con Marlene tendrás que dejarme solo en la casa, y tendrás que seguir fingiendo, los dos tendremos que hacerlo.
Su padre de pronto lo miraba interesado en lo que él decía.
—Pero si me envías al internado —continuó—, no tendrás que verme ni si quiera para las fiestas si no quieres, seguiré teniendo las mejores notas y no podré salir si no es con un familiar, eso te dará mucha tranquilidad.
César devolvió la mirada a sus documentos, pero no los estaba leyendo, estaba pensando, estaba buscando la falla en la lógica de Henry y parecía tener problemas para encontrarla. Pasó un minuto, dos, tres, Henry seguía de pie esperando alguna respuesta, estaba listo para tener un debate, lo había pensado toda la noche y tenía respuestas para todo lo que pudiese objetar su padre.
—Me parece justo —dijo su padre cruzando los brazos y mirándolo otra vez—. Es lo que haremos, pediré una cita lo antes posible, así sabremos cuando podrás ingresar.
Eso consiguió poner a Henry nervioso, sabía que si su padre lo pudiese enviar mañana mismo, lo haría. Sintió pasos a su espalda, era Marlene.
—Bueno hijo —César elevó el tono para que Marlene lo oyera—, si tú crees que es lo mejor para tu educación, entonces es lo que haremos. Te daré dinero para tus gastos y le pediré a Marlene que sea tu apoderado.
Marlene estaba de pie al lado de Henry, había esperado en silencio hasta que su esposo terminó de hablar.
—Amor, ¿de qué hablan? —preguntó intrigada.
—Henry quiere que lo traslade a otra escuela, es un internado, pero la educación es mejor que en la escuela que está ahora, y si es por intereses académicos no me puedo oponer. ¿Está listo el desayuno?
—Si, por eso venía —dijo Marlene, y luego se dirigió a Henry—. Querido, ¿por qué quieres eso? Estarás lejos de todos.
—Sí, lo sé, pero como dice papá, es por la educación y allí es mejor, me falta un año para la universidad y no quiero fallar. —no se sentía cómodo mintiendo pero tenía que seguir el juego de su padre, esto sería como una tregua entre los dos.
—Bueno, te contaré cuando tenga los detalles —le dijo César y antes de que se retirara le advirtió—. Te seguiré exigiendo calificaciones, si no cumples volverás aquí.
Henry asintió y se retiró. Se sentía aliviado, había sido sencillo.
No tenía ganas de desayunar, tenía que prepararse para decirle a Ágatha y eso sería lo más difícil. Ella no estaría feliz con la noticia, pero ese era el sacrificio que tendría que hacer. No había otra manera de sobrevivir un año más, y por mucho que le doliera alejarse de ella, sabía que tarde o temprano lo tendría que hacer. Estaba enamorado, eso era seguro, pero si no tomaba esta decisión corría el riesgo de quedarse solo en cualquier momento.
Durante los siguientes días, igual que los anteriores, habló con Ágatha y Estela por teléfono, con la diferencia de que a su madre le contaba todo lo que ocurría y a Ágatha no le decía casi nada. Esperaría a su regreso para decírselo en persona.
—Las chicas comienzan a sospechar que estoy con alguien —le confesó Ágatha durante una de sus llamadas—. Me preguntan todo el tiempo con quién hablo tanto.
—Tal vez deberías decirles, si quieres, no creo que se lo digan a nadie. ¿Cuándo vuelves? Te extraño. —era cierto que la extrañaba, pero no ansiaba su regreso, ya que tendría que enfrentarla para contarle las novedades.
—Mañana cerca del mediodía. Lo he pasado muy bien, pero ya quiero volver a casa. También te extraño.
*
Al día siguiente Henry esperaba en su habitación el regreso de Ágatha, contaba con que ella lo llamara o le escribiera durante la mañana pero no lo hizo. Intentaba descubrir una manera de decirle lo del internado de la mejor forma posible, explicarle porqué lo que estaba haciendo era lo más sensato y que en realidad no tenía otra opción. Pero cerca de la una, cuando pensaba llamarla él, la vio entrar furiosa a su habitación y olvidó todo lo que había preparado.
—¡Que mierda Henry! —su cara estaba roja, al parecer ya le habían comentado acerca del acuerdo entre él y su padre—. ¿Cómo tomas una decisión así sin siquiera contármelo? ¿Tan poco te importo? —Al hacer esa pregunta sus ojos se llenaron de lágrimas, Henry se levantó rápidamente y fue a abrazarla, pero ella lo rechazó.
—Ágatha, no podía hablarlo antes contigo porque no podía tomar esta decisión si pensaba en nosotros y es mi única salida. No puedo estar todo un año solo con él, no lo voy a soportar. —no pensó que le dolería tanto explicárselo a Ágatha, la veía decepcionada y comenzaba a arrepentirse de la decisión que había tomado.
—No ibas a estar solo, yo no me voy a ningún lado, hay muchas universidades cerca y mamá estará contigo.
—No, no puedes limitar tus opciones solo para estar cerca, podrías ir a cualquier universidad que quisieras, las mejores no están aquí, y Marlene... —titubeó, mejor no iría por ahí—. Ágatha, ya no lo soporto, saber lo que le hizo a mi madre y la forma en que me trata, no lo soporto, de verdad no puedo seguir así, no puedo... —se sentó al borde de su cama, las manos le temblaban.
—Henry cálmate —le dijo Ágatha de pronto, él no podía saber cómo se veía, pero debía verse realmente mal, ya que ella se arrodilló frente a él y le tomó las manos con una expresión de preocupación en el rostro—. Tranquilo...
—Necesito alejarme de él, sé lo que pasará con nosotros, no nos veremos más y no soporto pensar en eso, pero conocerás a otras personas y estarás feliz, perdóname por ser tan egoísta. —él hablaba rápido, intentando disculparse, y Ágatha solo lo observaba sin saber que decir.
—Henry, no quiero conocer a otras personas, solo quiero estar contigo —ella lo miraba descolocada—. ¿Pasó algo Henry? ¿Pasó algo mientras estuve fuera?
Él le contó lo que pasó cuando volvió de ver a su madre, le contó también como había actuado Marlene.
—Necesito alejarme de todo esto —le dijo ya más tranquilo—, y si con eso te perderé a ti, de verdad lo lamento, pero ya toqué fondo una vez y sé que puedo volver a hacerlo. Tal vez soy un cobarde, pero creo que ya he tenido demasiado.
Ágatha se había sentado a su lado, parecía triste.
—Está bien, lo entiendo...
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Resiliencia
Teen Fiction🥈2° Summer HEA edition awards 2022 (mención Mejor Escrita)/🥈2° Premios semanales editorial submarino/🥉3° Drama concurso Daher 2022 Henry, un solitario adolescente de clase alta, vive bajo el asfixiante control de su exigente padre. Él ya ha asum...