Volvió a despertar cuando ya había amanecido. Se había dormido boca abajo sobre su cama y sentía un desagradable sabor a rancio en la boca. Miró su teléfono y eran más de las diez. No tenía claro a qué hora volvería su padre así que se levantó rápidamente y se metió al baño para darse una ducha.
Una vez vestido bajó a la cocina donde se encontró con Marlene. Ella bebía un café y tenía una tira de analgésicos en la mesa, junto a su taza. Al parecer también había bebido de más. Al verlo lo saludó cariñosamente como siempre.
Lucrecia le sirvió un vaso de jugo de naranja y unas tostadas. Henry se bebió el jugo de un trago y movió a un lado las tostadas, no creía que su estómago las resistiera. Al verlo terminar Marlene le dijo:
—Tu padre volverá pronto cariño, ¿puedes despertar a Ágatha? Comeremos afuera por su cumpleaños. —hablaba en voz baja, al parecer tenía resaca.
Minutos después Henry subió y llamó a la puerta de Ágatha, pero no hubo respuesta así que entró. Ella estaba dormida con las cortinas cerradas, la habitación estaba tan oscura como si aún fuera de noche. Se acercó a la ventana y corrió una de las gruesas cortinas para dejar entrar la luz. La habitación de Ágatha era casi completamente rosa, como si perteneciera a una preadolescente. En la pared de su cabecera había luces de colores y sobre la cama varios cojines de pieles sintéticas en tonos pastel. Los muebles en tonos claros y de diseño clásico le daban un toque de dormitorio de princesa. Pero lo que llamó más la atención de Henry fueron los libros sobre su escritorio. Se acercó a mirar y encontró muchas novelas clásicas, bastante más gruesas que las que él acostumbraba leer, debían ser sus favoritos. A pesar de que Ágatha entraba frecuentemente a la habitación de Henry, él no había tenido la oportunidad de conocer el cuarto de ella, y de pronto recordó que en lugar de estar curioseando debía despertar a Ágatha. Ella estaba tendida boca abajo sobre su cama, con brassier y un short de pijama, al parecer se había dormido antes de terminar de cambiarse, lo que le causó gracia.
Recordaba que Ágatha también había bebido bastante la noche anterior. Se acercó a ella y le habló en voz baja, pero no despertó. Lo intentó otra vez y nada, tenía el sueño pesado. Puso su mano sobre su espalda y la sacudió suavemente, sin conseguir alejar la mirada de su cuerpo. Recordó cuando en la noche, estando con Janine, su imaginación lo traicionó trayendo imágenes de Ágatha a su cabeza y se avergonzó de sí mismo. Sacudió fuerte a Ágatha para que despertara, necesitaba salir rápido de su habitación.
Ella despertó lentamente y al ver a Henry sonrió.
—Marlene me pidió que te despertara. Mi padre llegará pronto, tienes que estar lista para salir. —explicó.
—No. Quiero dormir. —respondió dándose vuelta en la cama.
—Vamos Ágatha, es tarde. —insistió. Su piel parecía tan suave, y ella lo miraba con sus bellos ojos.
—¿Y tú hace cuánto despertaste? —se había apoyado en sus codos, su cabello estaba desordenado—. Te fui a ver antes de dormir. No te veías nada bien.
—No hace mucho, Marlene no nos quería molestar —intentaba alejar la mirada de ella—. Bueno, mejor que te des un baño antes de que él llegue.
Pretendía salir de la habitación pero Ágatha le tomó la mano deteniéndolo.
—Espera, me tienes que contar que pasó anoche. —exigió terminando de sentarse. Henry sintió su rostro encenderse. ¿Cómo le iba a contar lo que pasó y además estando ella con tan poca ropa?
—Será mejor que te vistas. —le recomendó desviando la mirada de su cuerpo. Al parecer Ágatha no era consciente de su aspecto en ese momento hasta que escuchó a Henry, se miró y un poco avergonzada admitió que él tenía razón, más tarde hablarían.
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Resiliencia
Novela Juvenil🥈2° Summer HEA edition awards 2022 (mención Mejor Escrita)/🥈2° Premios semanales editorial submarino/🥉3° Drama concurso Daher 2022 Henry, un solitario adolescente de clase alta, vive bajo el asfixiante control de su exigente padre. Él ya ha asum...