Dentro de dos semanas Ágatha estaría de cumpleaños, iba a cumplir dieciocho y estaba emocionadísima por la fiesta. Marlene le había dado permiso para hacer una fiesta con sus amigos, así que ahora que había terminado el periodo de exámenes podía centrarse en organizar la celebración.
César aun no sabía si estaría ese fin de semana en casa, tenía una reunión por confirmar y probablemente tendría que viajar. Aunque dijo que no tendría problema con la fiesta. Quería que su princesa tuviera una celebración memorable.
Ágatha tenía una lista infinita de cosas que quería en su fiesta, decoraciones, luces, pulseras flúor y juegos para beber, entre muchas otras cosas, y había estado comprando varias de ellas por internet. Así que mientras Henry leía uno de sus libros nuevos sobre la cama, ella se sentaba en la silla del computador y lo interrumpía cada cinco minutos para preguntarle si esto o aquello sería buena idea. Él no tenía ningún conocimiento sobre fiestas de adolecentes así que a todo le decía que sí. Solo quería que Ágatha tuviera su fiesta soñada.
Días después, durante la cena, César confirmó su viaje. Tendría que viajar el viernes de la próxima semana y volvería el domingo temprano. Debía tomar un vuelo para, al día siguiente, reunirse con sus clientes y cerrar un trato que perseguía hace tiempo. Ninguna noticia podría haber alegrado más a Henry. A pesar de que las últimas semanas habían transcurrido sin problemas, sabía que no podría divertirse en el cumpleaños de Ágatha si su padre lo estaba espiando por alguna ventana, como había pasado la vez anterior.
*
A un día de la fiesta ya todas las compras de Ágatha habían llegado a casa.
Todos esperaban a César para cenar y luego despedirlo para su viaje. Marlene había abierto un excelente vino y lo estaba decantando mientras Adela ponía la mesa.
Ágatha y Henry se habían vestido para la ocasión a pedido de Marlene y esperaban en la sala.
—Janine vendrá mañana. —soltó Ágatha de pronto, sin dejar de mirar la pantalla de su teléfono. Henry levantó la mirada interesado.
—Sí, me lo imaginé. —respondió intentando ocultar su entusiasmo.
—Te advierto que está molesta.
—¿Por qué? —Henry se hizo el desentendido.
—Nunca la llamaste.
—No tenía su número.
—Dijo que me lo podrías haber pedido. Mejor inventas algo convincente.
Justo en ese momento Marlene los llamó de un grito. César ya había llegado.
Durante la cena César contó lo importante que sería la reunión del día siguiente para su empresa, en que hotel se alojaría y otros detalles que solo Marlene tenía interés en conocer.
Cuando terminaron de comer hicieron un brindis y le desearon éxito a César, quien prometió que a su llegada el domingo, los cuatro saldrían a almorzar para celebrar el cumpleaños de Ágatha. Más tarde un taxi pasó por él para llevarlo al aeropuerto.
A la mañana siguiente Ágatha le pidió a Henry que la acompañara a ir de compras, se consiguió el auto con Marlene y partieron.
—No sabía que conducías. —dijo Henry sorprendido, cada día le gustaba más Ágatha.
—Mamá me enseñó hace unos años. —Ágatha no quitaba la mirada del camino—. ¿Tú sabes conducir?
—No —nunca había pensado en aprender, aunque ahora se lo cuestionaba—. Mi padre me lleva a todas partes o pago un taxi, no había pensado en eso.
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Resiliencia
Novela Juvenil🥈2° Summer HEA edition awards 2022 (mención Mejor Escrita)/🥈2° Premios semanales editorial submarino/🥉3° Drama concurso Daher 2022 Henry, un solitario adolescente de clase alta, vive bajo el asfixiante control de su exigente padre. Él ya ha asum...