Henry se quedó de piedra mirando incrédulo a su padre mientras él tomaba un trozo de carne con su tenedor y lo llevaba a su boca. Masticó tranquilamente, tragó, y tomó un sorbo de su copa.
Entre bocado y bocado le contó a Henry acerca de Marlene, su futura esposa, y Ágatha, la única hija de ella. Henry lo oía con la boca medio abierta, esperando que de pronto él dijera que todo había sido una broma, aunque sabía muy bien que su padre no era del tipo bromista.
—La boda será en julio. Compré una casa en un excelente barrio, luego de la boda nos mudaremos los cuatro allí —continuó César—. Ya escogí una nueva escuela para ti —remató.
Henry no podía creer lo que escuchaba. ¿Cómo nunca le había comentado nada? Si se iba a casar era seguro que llevaba más que unas semanas con esa mujer. Faltaban solo unos meses para la boda y luego de eso toda su vida cambiaría.
—No me quiero cambiar de escuela —logró decir Henry contrariado—, tampoco quiero mudarme.
—Henry. No te estoy preguntando —respondió César secamente, mirándolo a los ojos por primera vez desde que se habían sentado.
Henry estudiaba en la misma escuela desde los seis años. Según su padre era la mejor de la ciudad, y él se sentía cómodo allí. Era una de las pocas cosas en su vida que podría considerar estables, además del departamento en el que creció.
Muchos de los padres de sus compañeros de escuela eran socios de su padre y otros tantos esperaban llegar a serlo, por esa razón Henry era respetado por sus compañeros.
Aunque no tenía amigos.
Su padre nunca le permitió ir a casa de otros chicos, ni para cumpleaños ni para tardes de estudio. Y aunque Henry se sentía muy solo, también en parte había sido su elección no hacer amistades debido a lo avergonzado que se sentía por cómo era su vida privada.
El hacer amigos lo llevaría inevitablemente a tener que compartir detalles de su vida con ellos y eso era algo que quería mantener en secreto.
Se escudaba en los estudios para que nadie lo cuestionara, ya que para mantener sus excelentes calificaciones tenía que estudiar bastante. Lo hacía durante las pausas entre clases y en la hora de almuerzo y así al llegar a casa tenía tiempo libre para sus pasatiempos, de ese modo sus días eran más llevaderos.
Construir esa imagen le había tomado bastante tiempo, y empezar desde cero en una nueva escuela lo aterraba. Y no era solo eso, además tendría que mudarse con desconocidos a una casa nueva.
Su pequeño mundo parecía desmoronarse.
Una cosa era lidiar con su padre, algo a lo que estaba acostumbrado, pero no se sentía capaz de enfrentar todos estos cambios que venían.
Frustrado en su habitación luego de esa terrible noticia, comenzó a pensar en lo distinta que sería su vida si su madre lo hubiese llevado con ella. Recordó la carta que había escondido entre sus libros unos años atrás y decidió mirarla una vez más. Luego de leerla varias veces tomó la fotografía en la que su madre se veía joven y sonriente y al darle la vuelta notó que en la parte posterior tenía escrita una dirección.
¿Cómo era posible que en tantos años nunca se le hubiese ocurrido dar vuelta la fotografía? La verdad era que esa carta llevaba mucho tiempo guardada, ya que al recibirla creyó que su madre solo tardaría unos meses en ir por él, y con el pasar del tiempo terminó olvidándola.
Seguro la dirección anotada en el reverso correspondía a la casa de la imagen. Henry estaba convencido de que esa era la casa de sus abuelos. Tenía recuerdos borrosos de haber estado allí un par de veces y recordaba esos pilares de madera en el patio. También sabía que su padre no aprobaba a sus abuelos maternos y por eso no volvió a verlos.
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Resiliencia
Teen Fiction🥈2° Summer HEA edition awards 2022 (mención Mejor Escrita)/🥈2° Premios semanales editorial submarino/🥉3° Drama concurso Daher 2022 Henry, un solitario adolescente de clase alta, vive bajo el asfixiante control de su exigente padre. Él ya ha asum...