Al entrar a su habitación vio a Ágatha en el balcón fumando un cigarro y salió a acompañarla.
—Me has estado evitando desde ayer. —dijo Henry ubicándose a su lado y apoyándose en la baranda.
—Tal vez porque es lo mejor... —respondió ella mirando el horizonte.
—¿Por qué dices eso? —en el fondo conocía la respuesta, pero se negaba a admitirlo.
—¿Qué sentido tiene que sigamos con esto? —ahora sí lo miraba a los ojos, y parecía molesta—. Te vas a ir en qué ¿dos meses? Y al terminar el año no piensas volver ¿cierto?
—No si puedo evitarlo —admitió él. Ágatha ya conocía sus planes, él se lo había contado hacía un tiempo—, pero eso no significa que no quiera estar contigo, por lo menos mientras podamos.
—Las cosas no funcionan así Henry —su mirada volvió al horizonte—. No volveré a aferrarme a una relación que no va a ninguna parte. Tú tomaste tu decisión, déjame tomar la mía.
—Ágatha, no eres lo único que sacrifiqué, créeme que no fue una decisión fácil. —Henry quería rogar, suplicar, quería pedirle perdón de rodillas, pero sabía que no sería justo para ella. Tenía muy claro que esto sucedería cuando decidió irse al internado.
Ella apagó el cigarro, botó la colilla y se giró para entrar, solo había dado unos pasos cuando él dijo su nombre para retenerla, Ágatha se detuvo por unos segundos y retomó sus pasos.
—Ágatha —dijo una vez más, y al ver que ella no se detenía le dijo desesperado—. Te quiero.
Henry tenía un nudo en la garganta, no pensó que sería capaz de reunir el valor para decírselo, pero lo hizo y se volteó rápidamente para ocultar las lágrimas que habían llenado sus ojos, no era fácil para él expresar sus sentimientos.
Ella se detuvo junto al ventanal al oír su confesión, se cubría los brazos como si sintiera frío. Henry se secó los ojos con las manos rápidamente, no quería provocar lástima en Ágatha.
—¿Por qué me lo dices ahora? —lo cuestionó sombríamente. Él no decía nada, no podía hablar sin comenzar a llorar, seguían dándose la espalda en silencio—. Yo también te quiero. —admitió después de un largo silencio. Al oírla Henry sintió que podía volver a respirar con normalidad, sin sentir dolor. Llenó sus pulmones de aire y exhaló aliviado.
Giró para darle la cara, ella miraba el piso apoyada contra el marco del ventanal, el viento cálido movía su cabello, Henry pensó que nunca la había visto tan hermosa.
—No puedo dar pie atrás. —se excusó casi avergonzado.
—Sé que no lo harás. —reconoció ella sin levantar la mirada.
—Solo te pido que no desperdiciemos los meses que nos quedan.
Ágatha lo miró unos segundos a los ojos y sin decir nada se metió dentro de la casa cerrando el ventanal tras ella.
Henry se quedó en el balcón, la brisa comenzaba a refrescar y movía la fina cortina de su cuarto. Comenzaba a cuestionarse, ya no estaba tan seguro de haber tomado la decisión correcta, hubiese querido saber qué decir para remediar la situación entre ellos, pero no tenía idea.
Entró a su habitación, se recostó sobre su cama y cerró los ojos. Al abrirlos nuevamente ya había amanecido. Se cambió de ropa y bajó por la escalera. La familia estaba reunida en la terraza desayunando. El día era hermoso y ya comenzaba a verse gente en la playa. Al verlo aparecer por la puerta doble de la cocina todos lo saludaron, incluso Ágatha que sonriendo le hizo señas para que se acercara a comer.
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Resiliencia
Teen Fiction🥈2° Summer HEA edition awards 2022 (mención Mejor Escrita)/🥈2° Premios semanales editorial submarino/🥉3° Drama concurso Daher 2022 Henry, un solitario adolescente de clase alta, vive bajo el asfixiante control de su exigente padre. Él ya ha asum...