Capítulo 12

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Subió a su habitación por una chaqueta, ya que la noche se estaba poniendo fría. Abrió su armario y tomó lo primero que encontró. Tenía prisa por volver a la terraza con los chicos. Pero justo cuando se dirigía a su puerta, su padre entró en su dormitorio cerrándola tras él.

Henry no se lo esperaba, se quedó congelado esperando a que su padre hablara, le era imposible adivinar qué quería.

—¿Qué pasa con esa chica? —le preguntó irritado señalando con el pulgar hacia afuera, como si ella siguiera allí.

—Nada... —respondió rápido Henry. Al parecer su padre los había visto en la entrada. Si era así estaría en problemas.

—No me pareció que fuera nada —le dijo mirándolo con el ceño fruncido—. ¿Cuántas veces la has visto?

—Vino hace dos semanas, es una amiga de Ágatha. —no podía culparlo porque a Ágatha la visitaran sus amigas.

—¿La viste una vez y ya te estás manoseando con ella? —lo cuestionó— ¿Eso te parece aceptable?

No podía creer lo que le estaba diciendo su padre. Era ofensivo.

—¿De qué estás hablando? Solo nos besamos, nada más. —respondió Henry incrédulo.

—¿Crees que no sé cómo funciona esto? ¿Crees que soy estúpido? Sé lo que pasa con las mujeres y no quiero que me traigas ese tipo de problemas a la casa. Tus únicos objetivos son estudiar para entrar a la universidad, no te voy a permitir estas tonterías. ¿Acaso quieres arruinar tu futuro?

—¿Cómo podría esto arruinar mi futuro? ¿De qué estás hablando? —le preguntó Henry abrumado.

—No quiero tener a mi madre culpándome porque embarazaste a una chica a los dieciséis. —le recriminó su padre.

—Se necesita más que un beso para embarazar a alguien. —esta conversación le parecía ridícula, era como si su padre buscara una excusa para discutir con él, seguramente seguía molesto por la intervención de Marlene horas atrás.

—No te pases de listo conmigo, tengo más experiencia que tú, tu madre ya me lo hizo a mí y no permitiré que te pase lo mismo. Si esa muchachita quisiera amarrarte lo haría así de fácil —dijo chasqueando los dedos—. Si mi padre me hubiera advertido tú no serías un problema en mi vida y no me habría tenido que casar.

Así era como se enteraba que su madre se había embarazado antes del matrimonio, ¿acaso por eso César la odiaba? ¿Por haberlo "atado" con un embarazo?

—Bueno, tú tuviste suerte —rebatió con rabia en la voz—, lograste dejar a mamá en la calle.

—Justo donde la encontré, y donde te dejaré a ti si lo arruinas —le advirtió de forma amenazante—. No te quiero ver tonteando con esa chica, ni con ninguna. Te dedicas a estudiar sin distracciones.

—¿No podré salir cuando vengan los amigos de Ágatha? No te durará mucho la fachada de buen padre si me prohíbes eso también. —dedujo en tono burlesco.

Antes de que Henry pudiera preverlo la mano de su padre lo golpeó fuerte en la mejilla. Lo tomó por sorpresa.

—Entonces no te lo prohibiré, pero tú verás cómo te sacas a esa chica de encima o te envió a un internado.

Luego de esa amenaza abrió la puerta y salió. A Henry le ardía la mejilla, se sentó en su cama con la mano en el rostro sintiendo un sabor metálico en la boca.

Recordó haber visto a su madre ocultándose en el baño con el labio sangrando y sintió un odio profundo por su padre. Él siempre encontraba la forma de hacerlo sentirse estúpido. Había tenido una tarde fantástica, se había reído, había sido feliz por unas horas. Pero él no podía dejarlo terminar el día así, tenía que humillarlo de alguna forma. Siempre era igual.

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