En la tarde del día siguiente, al volver de clases, el regalo de Ágatha estaba estacionado afuera de la casa con una gran cinta de regalo en el capó. Era un auto blanco de cuatro puertas, compacto y del año, un modelo muy bonito.
Ágatha saltaba de felicidad al verlo. César había vuelto temprano del trabajo para verla recibir su regalo junto a Marlene.
—¿Por qué no vas a dar un paseo? —sugirió César.
Ella invitó a Henry a acompañarla. Acababan de llegar y aún estaban con el uniforme de la escuela, así que subieron rápidamente a sus habitaciones a cambiarse para luego reunirse en la entrada. Antes de subir al auto Ágatha quitó la cinta de regalo y la lanzó en el asiento trasero. Todas las cubiertas del vehículo eran negras e impecables. El aroma del cuero inundaba el interior. Henry se puso el cinturón de seguridad y Ágatha encendió el motor. Fueron al centro a recorrer las calles y luego pararon para tomar un helado.
—Ahora que tienes tu auto para la universidad, ¿ya sabes que vas a estudiar? —preguntó Henry con un cono de helado en su mano. Recordaba la conversación que tuvieron hace casi dos meses con Marlene.
—Aun no lo sé, es demasiada la presión —ella miraba su helado apoyando la espalda contra el auto nuevo—. Todos tienen sus planes claros menos yo, no sé por qué me cuesta tanto.
—No creo que sea así, no todos saben que harán al terminar la escuela. —la consoló Henry.
—Pero tú sí lo sabes.
—Sí, pero es distinto.
—¿Por qué es distinto?
—Porque llevo años pensándolo y esperando ese momento.
—¿Es verdad lo que dijiste hace un tiempo en la cena? Que vas a estudiar algo para trabajar en el negocio con tu padre.
—Esa es la versión de mi padre. Quiere que dirija la compañía cuando él se retire y yo prefiero no contradecirlo.
—¿Pero...? —Ágatha sabía que había algo más en su mente.
—Pero yo no quiero trabajar para él. Por eso me esfuerzo tanto en mis estudios, no es solo porque él me lo exija, necesito conseguir una beca para estudiar lo que quiero y no depender de su dinero. Sé que no pagará mis estudios si lo que escojo no es compatible con la empresa. Quiero dejar de verlo en cuanto cumpla la mayoría de edad, no dejaré que siga controlando mi vida.
Henry sintió como crecía la rabia en él al hablar de su padre, era como un fuego que comenzaba en su estómago y se extendía más y más. Debía controlarse.
Estaba seguro de que Ágatha no podría entenderlo, ella se llevaba demasiado bien con su madre, y aunque su padre también era horrible, tenía la fortuna de no verlo desde hacía varios años.
—De seguro conseguirás la beca, con tus notas no cabe duda, ¿y qué es lo que quieres estudiar? —preguntó ella con curiosidad mientras comía su helado.
—Quiero estudiar arquitectura, ha sido mi pasión por años —y al verbalizarlo su ánimo cambió completamente—. Quiero viajar por el mundo para conocer las estructuras increíbles que se construyeron hace siglos, quiero diseñar edificios altos e indestructibles, hacer cosas imposibles. —dijo emocionado, por primera vez hablaba con Ágatha sin miedo a decir algo incorrecto y por primera vez también hablaba de sus sueños con alguien.
—Me sorprendes. Quisiera tener esa determinación, no sabía que tenías todo tan claro, te envidio ¿sabes? —confesó ella con tristeza.
—Lo tengo tan claro que la espera me mata —Henry bajó la vista hasta su helado que ya comenzaba a derretirse—. Desearía que solo faltaran unos meses para comenzar esa etapa.
ESTÁS LEYENDO
Resiliencia
Teen Fiction🥈2° Summer HEA edition awards 2022 (mención Mejor Escrita)/🥈2° Premios semanales editorial submarino/🥉3° Drama concurso Daher 2022 Henry, un solitario adolescente de clase alta, vive bajo el asfixiante control de su exigente padre. Él ya ha asum...